Cataluña decide hoy en las urnas si emprende un cambio de rumbo
Cataluña decide hoy en las urnas su futuro en un contexto político muy diferente al de las elecciones de 2021.
05/12/2024. El avance de convocatoria electoral del 13 de marzo como consecuencia de la imposibilidad de que el Govern de Pere Aragonès sacara adelante los presupuestos para este año dio inicio a una campaña en la que la independencia ha dejado de ser un tema nuclear para todos los partidos, también para los independentistas, y en la que la ley de Amnistía, que se aprobará este mismo mes en el Congreso, no ha tenido ningún protagonismo. Ni los partidos que se oponen frontalmente y con palabras gruesas al olvido penal en Madrid han hecho de este asunto un casus belli . Contrasta la situación que se vive en la Cámara Alta, con debates agrios en las comisiones de la amnistía, con las pocas referencias a ella a lo largo de la campaña.
Los partidos se juegan hoy su rol en la Catalunya posprocés . Según los sondeos, el socialista Salvador Illa podría ganar pero verse en la situación de no poder formar Govern, como en el 2021, mientras que los partidos independentistas pueden perder la mayoría absoluta, algo que sería inédito en la política catalana y que afianzaría el cambio de rumbo de la sociedad catalana, más preocupada por las “cosas del comer”.
En los últimos días se ha vivido una polarización entre PSC y Junts. El expresident y candidato de la formación posconvergente, Carles Puigdemont, ha hecho campaña desde el sur de Francia. Le ha faltado tiempo para hacer la carrera electoral que hubiera deseado, pero eso no ha sido óbice para llenar, día sí y día también, autocares que se dirigían hacia sus mítines en Argelers.
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Más complicado lo tiene el president Pere Aragonès para reeditar los resultados del 2021 cuando casi empata con los socialistas y quedó ligeramente por encima de Junts. Para ERC es fundamental superar a Junts, algo que ningún sondeo pronostica. Los republicanos no han sabido aprovechar la obra de gestión en la Generalitat, pero aún así pueden tener la llave de la gobernabilidad. Todo dependerá de la diferencia de votos que separe a Illa y Puigdemont, a quienes las encuestas sitúan como primero y segundo en el podio electoral.
En el histórico de los resultados de las elecciones catalanas, los socialistas han podido gobernar cuando ERC ha decidido darles apoyo. Así ocurrió con Pasqual Maragall y con José Montilla. ¿Sucederá lo mismo en esta ocasión? Sin resultados en la mano, es difícil desentrañar cómo serán los posibles pacto. Aragonès no ha querido mojarse sobre si descarta a Illa o a Puigdemont y ha preferido vincular los acuerdos posteriores a la aceptación de sus principales propuestas. Pero, llegados el caso, tendrá que tomar una decisión, en un sentido u otro. De no hacerlo, la situación de bloqueo será inevitable y la posibilidad de repetición electoral, una realidad.
También en la parte baja de la tabla se produce una lucha por la supervivencia. Los sondeos dan por seguro que Ciudadanos no entrará en el Parlament y apuntan una fuerte subida del PP, que podría ascender a cuarta plaza en la representación parlamentaria. Para ello debe superar a Vox y no está claro que esto pueda ocurrir. La competición entre los partidos de la derecha por un mismo espacio político ha sido otra de las particularidades de esta campaña.
No se puede obviar la muy probable irrupción en escena de Aliança Cataluña. Si entra en el Parlament, Cataluña, siempre innovando, contaría con la presencia en su cámara legislativa de dos partidos de extrema derecha. Esta semana, PSC, ERC, Junts, Comuns y la CUP han firmado un acuerdo por el que se comprometían a no firmar alianzas ni con Vox ni con la formación que lidera la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols.
Puede decirse que esta sido una campaña tranquila, sin tensión y, quizás por ello, a muchos ciudadanos acostumbrados a los vaivenes de la política catalana les ha podido parecer extraña, incluso aburrida. La carrera arrancó un día antes de que Pedro Sanchez amagara con una carta de dimisión y durante cinco días la campaña permaneció en suspenso, más pendiente de lo que ocurría en Madrid que de lo que decían los candidatos en sus mítines.