Elección Presidencial de Estados Unidos 2024 marcada hasta último momento por la incertidumbre
Análisis pre-electoral de la contienda en Estados Unidos, del martes 5 de noviembre de 2024, realizado por el Dr. Daniel Zovatto.
11/04/2024.
Introducción: Una elección Netflix, muy reñida y con final abierto
La elección presidencial de Estados Unidos en 2024 se perfila como un evento de trascendencia histórica, no solo para la nación norteamericana sino también para la geopolítica global y para nuestra región. Con más de 70 elecciones celebradas en más de 60 países este año, y seis presidenciales en América Latina, este proceso electoral destaca por su carácter inédito, complejidad y extrema polarización.
Si al mejor director de una serie de suspenso le hubieran pedido escribir un guión para las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2024, difícilmente habría imaginado el drama que hoy envuelve esta carrera hacia la Casa Blanca caracterizada por dos atentados en contra de la vida de Trump, la renuncia de Biden como candidato demócrata, la llegada de Harris (que no fue electa en las primarias) solo cuatro meses previo a las elecciones, una campaña marcada por la polarización y la volatilidad, una retórica crecientemente agresiva con descalificaciones mutuas, ambos candidatos empatados cabeza a cabeza, máxima incertidumbre y alta tensión política.
A dos días de los comicios, la contienda entre Donald Trump y Kamala Harris se presenta extremadamente reñida, con encuestas que reflejan un empate técnico. Esta situación ha generado una contienda cerrada y una gran incertidumbre sobre quién ganará. Algunas encuestas otorgan una ligera ventaja a Trump y otras a Harris, pero todas dentro de los márgenes de error (entre 0.5 y 2%) y en los últimos dos días la esperanza pasó de las filas de Trump a las de Harris.
Sin embargo, y esto es lo importante a tener en cuenta, las cientos de encuestas no han logrado disipar la incertidumbre ni lo harán. Estados Unidos va camino a unas elecciones en condiciones de máxima incertidumbre en las cuales nadie sabe, a ciencia cierta, quien obtendrá la presidencia y, si el perdedor, aceptará los resultados.
Lo único cierto en este momento es que la moneda sigue en el aire. Se vienen horas intensas, llenas de rumores, proyecciones, pronósticos y apuestas, y sobre todo, mucha, mucha ansiedad. Hay que prepararse para un martes frenético, una noche de infarto y quizás varios días de espera hasta que haya un claro ganador. Y que el perdedor reconozca su derrota. Recomiendo ajustarse los cinturones. Entramos en zona de turbulencia electoral.
Un proceso electoral con características inéditas
La campaña ha estado marcada por eventos sin precedentes, incluyendo intentos de asesinato contra Trump, la renuncia de Joe Biden a la candidatura a solo cuatro meses de las elecciones, y una retórica violenta por parte de ambos candidatos. Para muchos, no se trata solo de un cambio de presidente, sino de una elección en la que la democracia misma está en juego. En efecto, para muchos analistas el futuro de la democracia estadounidense, el tablero geopolítico y las relaciones comerciales mundiales dependen en buena medida del resultado de estas elecciones presidenciales.
Con dos candidatos atípicos
Donald Trump enfrenta 34 cargos legales, incluyendo acusaciones de instigación a la insurrección del 6 de enero de 2021, y ha sido calificado como autoritario y “fascista” por excolaboradores cercanos. Pese a todo ello, el ex presidente ha demostrado un alto grado de resiliencia ya que ni las condenas, ni los escándalos ni el descrédito le hacen mella. Por otro lado, Kamala Harris, quien asumió la candidatura tras la renuncia de Biden, no fue electa en las primarias y aún no ha logrado consolidar plenamente su propuesta ante el electorado.
Unas elecciones legislativas concurrentes a la presidencial que son clave para la gobernabilidad del próximo presidente
Además de la presidencia, se renovarán los 435 escaños de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Este proceso será fundamental para la gobernabilidad en los próximos años, con la posibilidad de cambios significativos en la composición del Congreso. Podría darse un resultado inédito: que los demócratas, que tienen el control del Senado por estrecho margen, lo pierdan en manos de los republicanos, y que estos, que tienen actualmente el control de la Cámara de Representantes (también por estrecho margen), la pierdan en manos de los demócratas. Los resultados habrán dos escenarios: 1) gobierno dividido (es decir el presidente no tiene mayoría en ninguna de las dos cámaras o solo en una del Congreso), o 2) gobierno de mayoría (es decir el presidente cuenta con mayoría propia en ambas cámaras del Congreso).
Un sistema electoral atípico para la elección presidencial
La elección presidencial no se define por el voto popular de los 260 millones de ciudadanos en condiciones de votar sino de manera indirecta via el Colegio Electoral, integrado por 538 compromisarios, 535 provenientes de los 50 estados (cada estado envía una número igual al de sus representantes y senadores nacionales) más 3 del Distrito de Columbia. En 48 de los 50 estados, quien gana por un voto se lleva todos los electores de ese estado, con las únicas excepciones de Nebraska y Maine. Para ser electo presidente hace falta obtener el apoyo de 270 compromisarios. Existe la posibilidad de un empate en 269 votos (ocurrió dos veces en la primera mitad del siglo XIX), lo cual derivaría en una decisión de la Cámara de Representantes para designar al presidente y la decisión del Senado para elegir al vice presidente.
Otra peculiaridad del sistema es que puede concluir con un resultado dual: un candidato puede ganar el voto popular a nivel nacional, y perder en el Colegio Electoral como ocurrió en 2000, cuando Al Gore le ganó a G. W. Bush por más de 500 mil votos a nivel nacional, pero fue derrotado en el Colegio Electoral 271 a 266, porque perdió Florida por unos 600 votos. Igual pasó en 2016, cuando Hillary Clinton le ganó a Trump a nivel nacional por casi 3 millones de votos, pero perdió el Colegio Electoral 304 a 227, ya que Trump ganó los estados pendulares de Michigan, Pensilvania y Wisconsin.
La elección se definirá en siete “swing states” o estados bisagras
La elección se definirá en siete estados clave: Pensilvania (19 votos electorales) para muchos la joya de la corona, Michigan (15), Wisconsin (10), Georgia (16), Carolina del Norte (16), Arizona (11) y Nevada (6). Estos estados aportan un total de 93 votos electorales y serán determinantes en el resultado final. La historia electoral reciente muestra las oscilaciones de estos siete estados. En la elección de 2016, Trump ganó en 6 de ellos y Hillary Clinton en 1: Nevada. Cuatro años más tarde, Biden le ganó a Trump en los siete estados.
En este momento, los analistas dan 226 compromisarios seguros a Harris y 219 a Trump. De ahí la importancia que tienen estos siete “swing states” que reúnen 93 compromisarios y que tiene la llave para llegar a la Casa Blanca.
En la encuesta de este domingo 3 de noviembre (a solo dos días de las elecciones) los números de la última encuesta de NYT/Siena College muestra lo cerrado de los números en seis de los siete estados con una diferencia de dos puntos a favor de Harris en Nevada (48% a 46%), tres puntos a favor de Harris en Carolina del Norte (48% a 45%), igual diferencia a favor de Harris en Wisconsin, y empate entre Harris y Trump en tres estados: Georgia (46%), Pensilvania (47%) y Michigan (45%). En el séptimo estado, Arizona lidera Trump sobre Harris 48% a 44%.
ATENCION. El sistema de elección presidencial es tan atípico, que unos miles de votos, en unos pocos condados en estos siete “Swing States”, o incluso en dos o uno de ellos, puede definir el resultado de la elección presidencial en un país en el que 260 millones de ciudadanos están en condiciones de votar.
Existe un alto porcentaje de voto anticipado que promete un elevado nivel de participación electoral
A la fecha, se ha registrado un récord de votos anticipados, con 71 millones de sufragios emitidos antes del día de las elecciones. Este fenómeno refleja un alto interés que anticipa un muy buen nivel de participación ciudadana, lo que podría influir en las tendencias de votación y los resultados. En elecciones pasadas, un mayor nivel de participación electoral benefició a los demócratas. En la elección de hace 4 años (2020) en plena pandemia, el voto adelantado fue elevadísimo (100 millones) y la participación electoral fue igualmente alta: 66.6%; la más alta desde 1900.
Cinco son los temas prioritarios de la campaña
Los principales temas que dominan la agenda electoral son: 1) economía, inflación y costo de vida; 2) inmigración, 3) crimen y seguridad; 4) aborto; y 5) las amenazas a la democracia. Estos asuntos han polarizado al electorado y serán decisivos en la elección.
En mi opinión la economía, la inflación y el costo de vida tienen una importancia central. La debilidad de Harris radica en su incapacidad para articular políticas sólidas y diferenciadas que aborden el costo de vida, así como en destacar la buena marcha de la macroeconomía estadounidense, la de mejor desempeño a nivel mundial según el FMI. Aunque la inflación ha alcanzado un piso de 2,8% -hace dos años superaba el 7%-, el nivel de precios (alimentos, alquiler, hipotecas, etc.) sigue afectando a los estadounidenses. Por ello, solo el 28% de los estadounidenses cree -según encuestas de Gallup y The Washington Post publicadas la semana pasada- que Estados Unidos va por el camino correcto. Nunca antes un partido ha logrado la reelección en Estados Unidos con niveles de satisfacción tan bajos. Este dato es un fuerte campanazo de alerta para Harris.
Los demócratas son conscientes de que la crisis del costo de vida y los altos precios representan su mayor debilidad. Sin embargo, confían en que los estadounidenses estén comenzando a sentir en su vida diaria los beneficios de las cifras de crecimiento y desempleo, las cuales impresionan al resto del mundo. Ven señales alentadoras en un indicador que suele tener una correlación directa con los resultados electorales: el índice de expectativas del consumidor de la Universidad de Michigan, que mostró un crecimiento interanual del 25% en octubre.
Por otro lado, desde el inicio de la pandemia, el mundo ha experimentado una ola de descontento con los gobiernos en ejercicio, lo que ha llevado a candidatos opositores al poder en múltiples elecciones. La campaña de Trump busca que Estados Unidos se sume a esta tendencia.
Con información de aristeguinoticias.com