EEUU: Biden respira mejor y la moda Trump se desgasta
En las midterm elections (elecciones de medio término) de Estados Unidos celebradas el pasado martes se votaron: 36 gobernadores estatales y 3 gobernadores correspondientes a territorios estadounidenses; la totalidad de los 435 escaños de la Cámara de Representantes; 35 del total de los 100 escaños del Senado; cientos de alcaldías, concejalas, fiscalías y demás cargos locales; además de que fueron realizados 129 referéndum en 36 Estados. Estos comicios se hicieron con el objetivo de decidir sobre leyes referidas a diversas cuestiones, entre ellas, a uno de los asuntos más calientes en la discusión política y legal estadounidense actual, el aborto, más precisamente en los Estados de California, Kentucky, Michigan, Montana y Vermont.
Estas elecciones, se han tomado como las más importantes en décadas. La sombra de Donald Trump y sus candidatos extremos en el Grand Old Party (GOP), la polarización que atraviesa la sociedad estadounidense desde, por lo menos, 2015, y la reciente anulación del derecho al aborto por parte del Tribunal Supremo, fueron los ejes claves de la elección que hicieron que los demócratas acudan a votar a sus candidatos en masa. Finalmente, los resultados fueron favorables para el GOP, pero a duras penas, en lo que es, hasta el momento, donde aún quedan Estados por contar, un empate técnico.
Era la elección donde supuestamente iban a arrasar figuras “nuevas” para la política estadounidense, especialmente en el espectro de la extrema derecha ligada al trumpismo. Es el caso de Kari Lake, quien, al momento de escribir estas líneas, iba perdiendo la gobernación del Estado de Arizona. Lake es una ex presentadora de televisión, identificada con los sectores más recalcitrantes y conservadores del país. Los demócratas la llaman la “Trump con tacos” en referencia a sus posturas radicalizadas y por ser dueña de un estilo poco “políticamente correcto” a la hora de comunicar del que hace gala de manera permanente. Lake suena como integrante de la fórmula presidencial de Donald Trump en caso de presentarse a las elecciones de 2024, o, incluso, como candidata a presidenta ella misma por el GOP. La evolución política de Lake es, cuanto menos, curiosa. Originalmente registrada como republicana, en 2006 se anotó como demócrata, por su oposición a las guerras de Afganistán e Irak. En 2016, propuso una amnistía para todos los indocumentados residentes en Estados Unidos, donó dinero para las campañas tanto de John Kerry como de Barack Obama. Poco después se convirtió en una negacionista de la pandemia del Covid-19, encabezó campañas contra el uso de mascarillas y restricciones, acusando a Biden y los demócratas de llevar adelante una “agenda demoníaca”. Lake justificó su cambio de partido retomando los ejemplos de Donald Trump y Ronald Reagan, a quien ve como referentes. El mismo Trump apoyó su candidatura a gobernadora frente al establishment republicano.