Argentina: la pelea de Milei y la vicepresidenta expone el enfrentamiento entre libertarios y nacionalistas

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Victoria Villarruel, vicepresidenta de Argentina, ya no se presenta únicamente como una figura institucional. Hoy representa una grieta en el corazón mismo del gobierno de Javier Milei. Lo que empezó como una alianza electoral sólida se ha convertido en una contienda ideológica que deja al descubierto las tensiones entre dos visiones divergentes dentro de la derecha argentina: el ultraliberalismo desregulador frente al nacionalismo soberanista.

07/18/2025. Milei y Villarruel construyeron juntos un relato de ruptura con la “casta política”, pero sus proyectos de país nunca fueron enteramente compatibles. Mientras Milei promueve una demolición total del Estado, Villarruel defiende el orden, la tradición y el rol activo de las fuerzas armadas. Sus vínculos con sectores militares y sus posturas sobre seguridad e identidad nacional incomodan al presidente, que ve en ella una amenaza interna.

En el Congreso, la vicepresidenta ha mostrado autonomía. Ha frenado iniciativas clave del oficialismo, negociado por cuenta propia y cultivado su propio círculo de influencia. Esa capacidad de maniobra, lejos de ser celebrada, ha desatado acusaciones de sabotaje dentro del espacio libertario. Y aunque Villarruel niega conspiraciones, sus gestos hablan: se distancia del caos discursivo de Milei, mantiene contacto con la oposición y refuerza una narrativa que pone la soberanía por delante del mercado.

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Esta confrontación no es una simple disputa por liderazgo. Es el reflejo de una derecha fracturada, donde el paradigma libertario choca con valores conservadores tradicionales. Milei encarna la destrucción creativa y el fundamentalismo económico; Villarruel, en cambio, propone una derecha ordenada, con arraigo histórico e institucional. En sus diferencias se juega no sólo la gobernabilidad, sino el rumbo ideológico de toda una generación política.

Mientras tanto, la ciudadanía observa atónita. El mismo frente que prometía unidad y renovación ahora exhibe contradicciones profundas. Y en medio de ese torbellino, Villarruel emerge como una figura incómoda pero crucial: puede ser la piedra que quiebre el relato libertario o el puente hacia una nueva derecha con base popular.

Redaccion DHH sobre lectura de agencias

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