En medio de un clima de tensión migratoria y recrudecimiento de políticas fronterizas, el gobierno de Estados Unidos ha iniciado esta semana la construcción de un nuevo tramo de muro en la línea divisoria con México, específicamente entre Ciudad Juárez y el estado de Nuevo México.

07/20/2025. Este segundo muro, paralelo a una barrera ya existente, se extiende por 11 kilómetros y está formado por barras de acero que superan los 30 metros de altura. El objetivo declarado es reforzar la vigilancia en una zona reconocida por el tránsito de migrantes y actividades ilícitas.
Con maquinaria pesada y vigilancia federal permanente, el proyecto se enmarca en un plan mucho más amplio que contempla más de 137 kilómetros de barreras fronterizas distribuidas en puntos clave como San Diego, Yuma, Tucson, El Paso y el Valle del Río Grande.
Presupuesto sin precedentes
Impulsado por la nueva administración de Donald Trump, el plan fue aprobado junto con un presupuesto de 46,000 millones de dólares — triplicando la inversión realizada durante su primer mandato. La cifra está destinada no solo a infraestructura, sino también a operativos migratorios más agresivos que han dejado más de 56,000 mexicanos deportados en apenas unos meses.
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Voces que resisten
La obra no ha tardado en generar rechazo. El sacerdote Javier Calvillo, desde la parroquia Mater Dolorosa en Ciudad Juárez, cuestionó la lógica detrás del muro: “Por más acero y púas que pongas, nunca vas a frenar la migración”. También denunció operativos que no respetan espacios humanitarios como hospitales y templos, calificándolos de violaciones a los derechos humanos.
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