La tan anticipada cumbre entre los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin en Alaska concluyó sin acuerdos concretos ni avances hacia la paz, dejando una clara impresión: si hubo un ganador en este encuentro, fue indudablemente Vladimir Putin. Así lo analiza el reconocido periodista Armando Guzmán, corresponsal en Washington, quien ha cubierto la Casa Blanca y el Congreso por dos décadas, ofreciendo una perspectiva detallada de lo ocurrido.

08/15/2025. Lo que prometía ser un diálogo extenso y fundamental se redujo drásticamente. Originalmente planeado para durar entre seis y siete horas, con reuniones bilaterales, encuentros de comitivas y almuerzos, el evento se vio recortado a apenas tres horas, sin que se anunciaran las causas de esta significativa reducción. Para Guzmán, esta brevedad es un mal augurio, ya que cumbres de este tipo suelen ser para ratificar acuerdos ya preestablecidos, mientras que en Alaska “había que partir de cero”.
La recepción de Putin en suelo estadounidense fue notablemente privilegiada. Según Guzmán, Trump le otorgó a Putin el recibimiento de un jefe de estado, con alfombra roja, e incluso lo invitó a una base militar, a pesar de que Putin es considerado “un asesino de guerra, un criminal de guerra” que sería “apresado inmediatamente” en otros lugares. La imagen de Trump invitando a Putin a compartir su limusina, «la Bestia», fue un gesto totalmente espontáneo que capturó la atención. Las risas y sonrisas iniciales de Putin daban la idea de que “le estaba yendo muy bien” y que su imagen se vería «levantada muchísimo a través del mundo entero». Sin embargo, al llegar al lugar de las discusiones, las sonrisas dieron paso a “caras largas” por parte de ambos mandatarios, señal de que el «arte de cerrar un trato» de Trump no había funcionado.

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El encuentro tampoco logró lo mínimo esperado: un alto al fuego en Ucrania. Guzmán subraya que Estados Unidos llegó con una gran cantidad de concesiones para Putin, transfiriendo «todas las obligaciones» a los ucranianos. Entre las propuestas aceptadas por Washington estaban:
- Repartir las tierras raras de Ucrania con Rusia.
- La garantía de que Ucrania no sería parte de la OTAN.
- La promesa de no dar más armas a los ucranianos.
A pesar de que Rusia había aceptado estas condiciones, no había «una sola condición que ellos estuvieran dispuestos a cumplir» a cambio, lo que indica una clara falta de reciprocidad. De hecho, Putin llegó acompañado de empresarios rusos, mientras que Estados Unidos llevó a sus secretarios del Tesoro y Comercio, pero esta reunión de negocios no se materializó.
La elección de Alaska como sede fue, para Guzmán, simbólica y estratégica. Al ser un punto intermedio entre Washington y Moscú, resalta que Rusia y Estados Unidos son «vecinos». Además, es la primera vez que Putin sale de Rusia para un encuentro internacional desde el inicio del conflicto con Ucrania y sus problemas con tribunales internacionales, lo que representa un punto a su favor. La ubicación en Alaska, un estado republicano y alejado de Europa, minimizó el impacto de posibles protestas y evitó que «nadie meta la nariz» en las discusiones, lo que demuestra un cálculo frío detrás de la logística.
En términos de imagen, Guzmán es enfático: Putin «se robó la escena», sintiéndose «como por su casa» frente a un Trump «serio». El presidente estadounidense, quien se jactaba de poder terminar la guerra en 24 horas, se encontró con una realidad mucho más compleja de lo que anticipaba. Para Donald Trump, había mucho en juego, incluyendo su deseo de obtener el Premio Nobel de la Paz, un motivador que, irónicamente, podría ser lo único que impulse futuros diálogos hacia un cese al fuego. La pregunta que queda en el aire es si Putin cumplirá con algún acuerdo en las próximas horas o semanas, pues de lo contrario, «mucho de esto se habrá desbaratado».
Redacción Albitrio Fabrepe sobre entrevista al periodista Armando Guzmán, realizada en grupoformula por YouTube.
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