Cuba, anatomía de una sociedad: 94 % no confía en que el Gobierno resuelva la crisis alimentaria

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La sociedad de Cuba enfrenta hoy una realidad desgarradora, una «polícrisis» que analistas describen como la crisis estructural más profunda de su historia reciente. A tres décadas del «Período Especial en Tiempos de Paz» tras la caída del bloque soviético, los cubanos se ven obligados a (re)vivir un colapso económico y social, pero esta vez, con horizontes aún más sombríos y sin el «contrato social» de protección estatal que amortiguó el golpe anterior.

09/07/2025. El Programa de Monitoreo Alimentario (Food Monitor Program), esta encargado de evidenciar que el derecho a la alimentación ha sido utilizado como un instrumento de dominación en Cuba desde la incorporación de la libreta de abastecimiento en marzo de 1962. Ellos alertan sobre un deterioro estructural a niveles impensables, confirmando un sentimiento generalizado entre la población: el momento actual es el más complejo y difícil vivido por los cubanos en el último medio siglo. Este panorama no solo se traduce en cifras alarmantes, sino en una fractura social profunda que erosiona las posibilidades colectivas de desarrollo y deteriora la vida emocional, relacional y material de millones.

Dos crisis, realidades distintas

La Cuba actual ha atravesado dos crisis económicas estructurales de alcance histórico en el último medio siglo. El Período Especial, iniciado tras la caída del bloque soviético, vio una caída del PIB superior al 35% y un descenso del consumo calórico promedio del 40%, llegando a registrar una epidemia de neuropatías vinculadas a la malnutrición. Sin embargo, aquel escenario estuvo parcialmente amortiguado por subsidios mínimos y una comunicación política «omnipresente» que alimentó la esperanza.

Hoy, Cuba vive una polícrisis económica, energética, demográfica, monetaria y social. A diferencia de los años 90, el contrato social apoyado en la narrativa socialista ha sido «ultimado» por el avance del capitalismo de Estado, dejando a la población sin apoyos estructurales efectivos ni promesas de recuperación convincentes. Los intentos de reformas en los últimos cuatro años solo han incrementado directamente la precariedad. De hecho, encuestas del FMP revelan que el 94% de los hogares cubanos creen que el Gobierno no está interesado o no ha logrado revertir la situación de vulnerabilidad alimentaria, un claro distanciamiento de la fe estatal de antaño.

Cifras cruciales de la desesperación

A continuación, presentamos los datos clave que ilustran la magnitud de esta situación:

  • Pobreza:
    • Más del 80% de la población vive en la pobreza, según estimaciones independientes.
  • Crisis Demográfica y Migración:
    • Pérdida poblacional del 18% de habitantes debido a la emigración masiva, alcanzando su punto más alto en los últimos años.
    • Tasa de natalidad más baja desde 1959, con solo 7.2 nacimientos por cada 1,000 habitantes.
    • 19,075 nacimientos menos en 2024 que el año anterior, lo que agrava la tendencia al decrecimiento.
    • Un cuarto de la población remanente tiene 60 años o más, convirtiendo a Cuba en uno de los países más envejecidos de América Latina, con proyecciones del 30% para 2030.
  • Salud y Malnutrición:
    • Aumento del 74.42% en muertes por desnutrición entre 2022 y 2023, siendo la vigésima causa de muerte en el país.
    • Las enfermedades más comunes (diabetes, hipertensión, cardiovasculares, anemia, gastritis) están significativamente relacionadas con dietas carenciales, dominadas por calorías vacías y ultraprocesados.
    • Impacto psicosocial: La inseguridad alimentaria y la crisis prolongada generan ansiedad, depresión, aislamiento social, pérdida de autoestima y deterioro cognitivo.
    • Suicidio: Históricamente entre las diez principales causas de muerte; repuntó con 1,548 muertes en 2020 (casi un centenar más que el año anterior) y un incremento del 23% en casos de autolisis en municipios como Diez de Octubre durante la actual policrisis.
  • Problemas Sociales:
    • Consumo de drogas caseras: En un estudio de 2023, el 80% de los sujetos bajo la influencia de drogas sintéticas tenían entre 15 y 18 años, y el 20% entre 12 y 14 años. El Ministerio del Interior reportó 83 casos relacionados con tráfico y consumo (principalmente cannabinoides sintéticos), implicando a 51 jóvenes y 72 menores de edad.
    • Mendicidad y Vivienda: Mientras cifras oficiales hablan de 3,690 personas en indigencia hasta 2024, fuentes independientes estiman 1.2 millones de cubanos sin hogar en lo que va de 2025, y miles más en condiciones marginales y de hacinamiento. Las autoridades han optado por criminalizar a los cubanos en situación de calle.
  • Criminalidad:
    • 1,317 delitos contabilizados en 2024, un incremento del 50% respecto al año anterior. Esto representa hasta 3 crímenes diarios, principalmente asesinatos y agresiones vinculados a robos y asaltos.

La fractura social y el agotamiento colectivo

Haber vivido dos colapsos de esta magnitud no es una experiencia biográfica sencilla. La permanencia prolongada de la crisis no solo se traduce en daños visibles, sino en otros más profundos y duraderos, como el agotamiento y la anomia social. Testimonios compilados por FMP reflejan la desesperanza. Una cienfueguera de 48 años lamenta: «Antes había un sentido de pertenencia, todos estábamos igual […] ahora hay clases». Un guantanamero de 64 años sentencia: «Siento que el país está más roto que nunca, que no hay ni ganas de seguir adelante».

Esta acumulación de incertidumbre, privaciones y malestar social favorece formas regresivas de organización y mecanismos de supervivencia distorsionados, basados en la individualidad y el oportunismo. Se desarrolla una mentalidad de «presente perpetuo», abandonando la planificación a largo plazo en favor de la supervivencia inmediata, y un pragmatismo ético extremo donde cualquier medio es justificado.

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La somatización social de la crisis, que algunos expertos denominan «scarring colectivo», es un indicador de la profundidad estructural del colapso. La persistencia de este sistema disfuncional y la naturalización de la miseria hacen que, a medida que los ciudadanos se adaptan a cada crisis, más duradero se vuelve el modelo que los margina. Este ciclo vicioso, donde cada indicador de precariedad refuerza al siguiente, plantea la sostenibilidad de una vida dentro de una sociedad tan fragmentada, especialmente ante las crisis venideras.

Los datos y testimonios dejan claro que Cuba no solo está atravesando una crisis, sino que está (re)viviendo un ciclo de deterioro sistémico que ha transformado la vida cotidiana, fracturado el tejido social y agotado la esperanza de sus ciudadanos.

Redacción de Tony Romero sobre informe de Food Monitor Program Columna: (Re)vivir la crisis en Cuba: an | Food Monitor Program y uso de IA.

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