Cuba se encuentra inmersa en una profunda crisis energética, la cual se ha manifestado con un quinto apagón nacional en menos de un año, sumiendo a millones en la oscuridad y la incertidumbre.

09/11/2025. Mientras el país lucha por reconectar su frágil Sistema Eléctrico Nacional (SEN) entre tropiezos y una inestabilidad palpable, el gobierno prioriza una imagen de normalidad para el sector turístico, generando un doloroso contraste entre los visitantes que disfrutan de comodidades y una población que enfrenta pérdidas de alimentos, interrupciones de servicios básicos y la angustia de sobrevivir sin electricidad.
Un sistema eléctrico en terapia intensiva
La recuperación del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) de Cuba avanza con dificultades tras el colapso generalizado que se produjo este miércoles a las 9:14 hora local, originado por una falla aún no del todo esclarecida en la crucial central termoeléctrica Antonio Guiteras. Aunque se logró una unificación provisional de la red eléctrica, un hito que en ocasiones previas ha tomado días, la propia Guiteras, una de las dos más grandes del país, volvió a salir del sistema horas después de haber sincronizado, provocando una nueva ola de inestabilidad y apagones de emergencia en toda la isla.
Las autoridades, incluyendo al ministro de Energía y Minas, Vicente De La O Levy, han reconocido que el SEN opera en condiciones «débiles», especialmente sus siete centrales termoeléctricas, columna vertebral de la generación energética del país. A pesar de los esfuerzos por reconectar «microsistemas» y elevar la producción, que a mediodía del jueves alcanzaba apenas el 40% de la demanda veraniega, la promesa de una jornada «decisiva» hecha por el presidente Miguel Díaz-Canel se ve opacada por la recurrencia de los problemas. Los problemas energéticos son habituales en Cuba, con déficits que han llegado al 57% de la demanda estimada, y el promedio diario sin corriente en julio y agosto osciló entre 15 y 16 horas. En grandes ciudades como Santiago de Cuba, Matanzas y Holguín, los apagones superan habitualmente las 20 horas al día. Este último incidente es el quinto apagón nacional en menos de un año, siguiendo a eventos similares en octubre, noviembre y diciembre de 2024, y marzo de 2025, todos con un lento y laborioso proceso de restablecimiento.
Luces turísticas, penumbra ciudadana: la agonía de un pueblo en la oscuridad
Mientras millones de cubanos permanecen en la oscuridad, el Ministerio de Turismo (Mintur) se ha apresurado a asegurar que la isla sigue siendo un «destino seguro y confiable» para los visitantes, destacando que la mayoría de los hoteles y servicios turísticos cuentan con generadores eléctricos y los recursos necesarios para operar con normalidad. Esta política de priorización del turismo ha sido públicamente reconocida por el gobierno, que justifica las inversiones en el sector hotelero como cruciales para generar ingresos y mantener la economía. El primer ministro, Manuel Marrero Cruz, afirmó tener una «estrategia bien definida» para enfrentar la crisis, pero la realidad en la vida cotidiana de los cubanos cuenta otra historia.
El contraste es, sin embargo, «doloroso». Mientras los turistas disfrutan de piscinas y habitaciones climatizadas, la población cubana enfrenta pérdidas de alimentos, la interrupción de servicios básicos y la necesidad de cocinar con hornos de leña, recoger agua y, en algunos casos, recibir «sirope y mermelada» como «alivio» para sus hijos en medio de la crisis. Esta situación ha generado frustración y un creciente descontento social, vinculándose a protestas significativas como las de julio de 2021. La economía nacional ha sufrido una contracción del 1,1% en 2024 y acumula una caída del 11% en los últimos cinco años, con previsiones de un PIB negativo para este año, según la CEPAL.
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Las causas de esta crisis son multifacéticas. El gobierno cubano atribuye los apagones a las averías en centrales térmicas obsoletas y a la falta de divisas para importar el combustible necesario. Sin embargo, expertos independientes señalan una infrafinanciación crónica del sector energético, que ha estado completamente en manos del Estado desde 1959, y estiman que un saneamiento completo del SEN requeriría entre 8.000 y 10.000 millones de dólares, una cifra fuera del alcance de Cuba. A pesar de los esfuerzos, como la instalación de parques solares, estas medidas han sido insuficientes para mitigar el problema estructural. El régimen, por su parte, también culpa a las sanciones estadounidenses, acusándolas de «asfixia energética».
En las calles de La Habana, semáforos apagados y el rugido de plantas eléctricas privadas en barrios acomodados se han vuelto la norma. Los nuevos negocios privados, aunque intentan mantenerse a flote con generadores, enfrentan el alto costo y la escasez de combustible, añadiendo otra capa de dificultad a la ya precaria vida diaria. La crisis energética no solo paraliza la economía y el bienestar social, sino que también ahonda las desigualdades, con un pueblo que, como expresó una ama de casa habanera, se siente en una «agonía y tristeza» sin fin.
Redacción Albitrio Fabrepe para DHH sobre lectura de agencias
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