«Desde el corazón» al Super Bowl: la profecía autocumplida de Bad Bunny y el impacto político contra Trump

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Lo que alguna vez fue una aspiración susurrada en una canción se ha convertido en una realidad monumental. Cuando Bad Bunny lanzó su canción «🖤», no solo estaba narrando su ascenso desde Puerto Rico, sino que, sin saberlo, estaba escribiendo el prólogo de uno de los capítulos más significativos de su carrera y de la historia de la música latina en Estados Unidos, el Super Bowl.

09/29/2025. Hoy, su confirmación para encabezar el show de medio tiempo del Super Bowl 2026 no es solo un hito musical; es un evento con profundas implicaciones políticas y culturales en un país que debate constantemente su identidad.

Significado musical: la consolidación de un imperio en español

La presencia de Bad Bunny en el escenario más visto de la televisión estadounidense, con más de 130 millones de espectadores en su edición anterior, representa la culminación de un movimiento. Benito Antonio Martínez Ocasio no es solo un artista de reggaetón; es un fenómeno global que ha llevado la música en español a la cima de las listas de éxitos mundiales sin ceder a la presión de cantar en inglés. Será el primer artista latino en presentarse en solitario en el Super Bowl, un logro que subraya el poder innegable de la música urbana latina en el mercado anglosajón.

Su éxito, como él mismo ha afirmado, es «el resultado de hacer las cosas con corazón» y trabajar con pasión. Bad Bunny, tres veces ganador del Grammy y artista más escuchado en Spotify durante tres años consecutivos (2020-2022), ha demostrado que la autenticidad cultural puede romper barreras lingüísticas y comerciales. Su show, producido por Roc Nation de Jay-Z, se enmarca en una serie de espectáculos de medio tiempo que han celebrado predominantemente a artistas de hip-hop y R&B, consolidando la música urbana como la banda sonora de una generación diversa.

Con esta canción predijo su llegada al Superbowl

Impacto político: un Símbolo de resistencia y orgullo latino

Más allá de la música, la elección de Bad Bunny es una declaración política potente. Su actuación llega en un momento de intensas tensiones sobre las políticas migratorias en Estados Unidos. El artista nunca ha rehuido el activismo:

  • Críticas a las políticas migratorias: Ha sido un crítico vocal del gobierno de Donald Trump y de agencias como el ICE, a cuyos agentes llamó «hijos de puta» en una publicación.
  • Defensa del público latino: Justificó la exclusión de Estados Unidos de una de sus giras por temor a que sus fans fueran hostigados por las autoridades migratorias.
  • Orgullo puertorriqueño: Ha utilizado su plataforma para defender la cultura y la resistencia de Puerto Rico. Famosamente, respondió al comediante Tony Hinchcliffe, quien llamó a la isla «basura flotante», con un video titulado «garbage» que celebraba la identidad boricua.

Su selección ha enfurecido a figuras de la derecha estadounidense, quienes lo tildan de «enemigo de Trump» y critican su activismo y su decisión de no cantar en inglés. Sin embargo, para millones de latinos, su presencia en el Super Bowl es un acto de reivindicación. Como expresó en un comunicado, siente que su actuación es «por mi gente, mi cultura y nuestra historia».

Un artista que desafía las normas

Bad Bunny también ha utilizado su imagen para romper estereotipos de género, adoptando prendas tradicionalmente femeninas y cuestionando las definiciones de masculinidad. Esta postura, junto con su apoyo a los derechos LGBTQ, lo convierte en un ícono para una juventud que valora la inclusión y la autoexpresión, desafiando las normas conservadoras.

Al final, la actuación de Bad Bunny en el Super Bowl será mucho más que un concierto de 15 minutos. Será la celebración de la identidad latina en el corazón del mainstream estadounidense, un testimonio de que la música puede ser un poderoso «portavoz de realidades y aspiraciones». Como él mismo dijo, se siente «emocionado por mis amigos, mi familia, por Puerto Rico y por toda la gente latina alrededor del mundo». En febrero de 2026, cuando suba a ese escenario, no solo estará cumpliendo una meta personal, sino que estará marcando un «touchdown» cultural para toda una comunidad.

Redacción Albitrio Fabrepe para DHH.

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