Dehablahispana en Belén: se espera una noche fría y la inminente llegada del rey que el imperio ignora

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BELÉN DE JUDEA. Mientras la ciudad de Belén se encuentra abarrotada y tensa debido al edicto de censo impuesto por César Augusto, nuestra atención se centra en un improvisado refugio en las afueras, un lugar donde, según las circunstancias, la historia podría estar a punto de girar sobre su eje. José de Nazaret, carpintero de oficio y descendiente de la casa del rey David, y su prometida, María, han llegado forzadamente desde Galilea. La pareja, que no encontró lugar en la posada, está esperando el alumbramiento en un humilde pesebre.

12/24/2025. La tensión en el ambiente es palpable. El viaje desde Nazaret a Judea fue largo y arduo, más aún para María, quien está a punto de dar a luz. La situación de riesgo e inseguridad que ha marcado la vida de María desde su concepción milagrosa está culminando en la más precaria de las locaciones. Pero la fe inquebrantable de José y la serenidad de María sugieren que este no es un evento ordinario.

Si las revelaciones divinas que han guiado a esta pareja se cumplen, el niño que nacerá esta medianoche no es solo un primogénito, sino el Salvador. En las colinas cercanas, se rumorea que los pastores (una clase social considerada negativamente por algunos círculos) han sido alertados de un inminente anuncio celestial, esperando la llegada del Mesías y Señor. En esta noche fría, en la ciudad de David, Belén, la esperanza se concentra en un pesebre.

San José: El protector silencioso

Tuvimos oportunidad de hablar brevemente con José, el padre putativo del niño. Descendiente de la estirpe de David, José es un hombre de trabajo y de fe profunda. Se le ve diligente, preparando el mínimo confort posible para María, aunque visiblemente absorto en la trascendencia de su misión.

DHH: «José, su esposa y usted han enfrentado un viaje extenuante bajo el edicto de Augusto. ¿Cómo maneja la expectativa de este nacimiento en tales circunstancias de pobreza?»

San José: «Desde que un ángel me reveló en sueños que el hijo que María lleva ha sido concebido por obra del Espíritu Santo, he sabido que estamos protegidos. Aunque inicialmente planeé repudiarla en secreto, pues no quería denunciarla, la voluntad de Dios me fue clara. Este niño es Jesús, y Él salvará a su pueblo de sus pecados. Mi papel es el de padre, darle mi linaje de David y protegerlo. Ahora solo pido que la fe y la obediencia nos guíen en esta noche.»

DHH: «Se le describe como un hombre honesto y trabajador. ¿Qué implica para usted esta nueva responsabilidad, al asumir la paternidad de un niño con un origen tan singular?»

San José: «Es la manifestación de la gracia. La voluntad divina trastocó nuestro proyecto inicial de vida. Pero mi única certeza es que debo tomar a María como mi esposa y ponerle el nombre Jesús, tal como se me ordenó. Es un honor y un riesgo, pues sé que la furia del rey Herodes podría alcanzarnos si se entera de que el Rey de los judíos ha nacido. Estamos listos para afrontar cualquier inseguridad que venga.»

La Virgen María: Bendita entre las Mujeres

La futura madre, María, originaria de Nazaret, exhibe una calma que desafía la incomodidad del establo. Ella, una virgen ( parthénos) elegida por Dios para concebir por obra del Espíritu Santo, es la figura central de esta vigilia.

DHH: «Señora María, el Evangelio la llama ‘llena de gracia’. ¿Cómo experimenta esta noche, sabiendo que el momento del nacimiento de su hijo está cerca, pero sin un lugar digno para acogerlo?»

La Virgen María: «La promesa del Señor es mi consuelo. Recuerdo las palabras que me fueron dichas por el ángel Gabriel, que el Señor está conmigo. Es cierto que el camino y la falta de alojamiento presentan un riesgo, pero mi alma se regocija. Confío en que se cumplirán las cosas que me fueron dichas de parte del Señor. Como madre, mi tarea es guardar estas cosas y meditarlas en mi corazón.»

DHH: «Este niño es su primogénito. ¿Qué espera usted para él, considerando la profecía de que Él será llamado Emmanuel, que significa ‘Dios con nosotros’?»

La Virgen María: «La magnitud de lo que ocurre me asombra. El anciano Simeón profetizó en el Templo que una espada atravesará mi alma, lo que indica que el camino estará lleno de contradicción. Sin embargo, entiendo que este nacimiento es la clave de la Historia de la salvación, la encarnación. Mi hijo es el que fue elegido para reinar sobre Israel para siempre. Desde ahora, todas las generaciones me llamarán bienaventurada.»

El Misterio de la Encarnación y la Transformación Global

El nacimiento del Niño Jesús, cuya llegada se espera en las próximas horas, representa un evento de profundo significado teológico y universal que trasciende las fronteras de Belén y Judea. Este acto marca la Encarnación, el momento en que la divinidad asume plenamente la condición humana.

Este nacimiento en Belén, predicho como la cuna del Mesías, establece a Jesús como el «hombre nuevo». En la teología cristiana, se le considera el segundo Adán, cuyo nacimiento, vida y resurrección están destinados a deshacer el daño causado por la desobediencia del primer hombre. Este niño, acostado en un pesebre con humildad, inaugura una nueva era de moralidad y obediencia, trayendo la redención y reparando la maldición de Adán.

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La figura de María como la «Virgen» y futura Madre de Dios (Theotokos) enfatiza la unicidad de este suceso, en el cual la que dio el ser al creador de todo, y la que encerró en su seno al Inmenso e Infinito, está cumpliendo su función maternal. La humildad de su nacimiento en un establo, lejos de ser una debilidad, recalca cómo el Creador omnipotente ha tomado un camino humilde, sin dejar de lado su condición divina, para conquistar el corazón de los hombres por amor y para la salvación de la humanidad.

Aunque muchos eruditos posteriores debatirán sobre los detalles históricos de los relatos, la relevancia de este suceso radica en su mensaje teológico: Jesús, el «Dios con nosotros» (Emmanuel), nace para ser el Salvador de todas las personas, tanto gentiles como judíos. Este evento, en su sencillez actual, es el origen de la fiesta cristiana más importante del mundo, la Navidad. La natividad sienta las bases para la comprensión de Cristo como Señor y, simultáneamente, como una figura tierna, amorosa y accesible. Si la fe se sostiene en esta promesa, el mundo nunca volverá a ser el mismo.

Redacción Tony Romero para DHH.

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