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América Latina, entre el hambre y la obesidad

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El hambre, considerada como la mayor pandemia del siglo XXI, afecta hoy a millones de personas en el mundo y a, por lo menos, 6,5 por ciento de la población en América Latina y el Caribe, lo que dificulta cada vez más el cumplimiento de la Agenda 2030, una alianza universal entre las naciones desarrolladas y en desarrollo, alerta la ONU en su informe sobre seguridad alimentaria y nutrición.

12/04/2023. Recalca que, además del hambre, nuestra región enfrenta otros desafíos como la inseguridad alimentaria, la desnutrición, la malnutrición y el sobrepeso, que afecta, sobre todo, a niñas, niños y adolescentes. La situación podría agravarse más en 2024 con la recesión económica mundial, estiman analistas.

Unos 247,8 millones de latinoamericanos “experimentaron inseguridad alimentaria moderada o grave” en 2022, es decir, “se vieron obligados a reducir la calidad o cantidad de la comida que consumieron, o incluso se quedaron sin comida, pasaron hambre y, en el caso más extremo, pasaron días sin comer, poniendo su salud y bienestar en grave riesgo”, dice el informe.

La región de América Latina y el Caribe alcanzó su mayor prevalencia de hambre, definida como subalimentación, con un 8,6 por ciento de personas en 2021, y la inseguridad alimentaria moderada o grave aumentó de 205,2 millones en 2019 a 267,7 millones dos años después. Pero, aunque en el 2022 se lograron algunos avances en la reducción del hambre y la inseguridad alimentaria, todavía estamos muy lejos de cumplir con uno de los principales objetivos de la Agenda 2030: poner fin al hambre.

“Además, la prevalencia del sobrepeso en niños y niñas menores de 5 años está en aumento, superando las estimativas mundiales, y un cuarto de la población adulta es obesa”, dijo a EL TIEMPO Leo Nederveen, jefe de la Unidad de Factores de Riesgo y Nutrición de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

La disparada de las cifras en los sectores mencionados, en su opinión, se debe a múltiples factores. “El mundo, así como la región de las Américas, enfrenta una recesión económica y social, acentuada por los estragos de la pandemia por covid-19, la crisis climática, el conflicto en Ucrania, la desaceleración económica, el aumento de la inflación alimentaria y la desigualdad de ingresos, que han impactado y agravado la situación. A las cifras de sobrepeso y obesidad, con una prevalencia estimada de 62,5 por ciento (64 por ciento en hombres y 61 por ciento en mujeres), se suma el fracaso de los sistemas alimentarios en lograr proporcionar dietas saludables y nutritivas para todos”, afirma.

La prevalencia de la inseguridad alimentaria, moderada o grave, afecta más a las mujeres que a los hombres latinoamericanos. Aunque la brecha se redujo en la región, todavía es de 9,1 puntos porcentuales, lo que la convierte en la mayor del mundo, según el informe de la ONU.

Revela también que “la inseguridad alimentaria moderada o grave en las zonas rurales fue 8,3 puntos porcentuales mayor que en las áreas urbanas” y que las poblaciones rurales son, de nuevo, las que se están quedando atrás.

El predominio del hambre en América Latina y el Caribe es hoy de 0,9 puntos por encima de los registros previos a la pandemia del covid-19, según Mario Lubetkin, subdirector general y representante regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

El informe de la ONU, titulado ‘Panorama regional de la seguridad alimentaria y la nutrición 2023’, fue realizado por la FAO junto con el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (Fida), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

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Sobrepeso y obesidad

Los factores claves para el riesgo del sobrepeso y la obesidad en la región son “la alta disponibilidad, asequibilidad, publicidad y promoción e ingesta de alimentos ultraprocesados, que contienen cantidades excesivas de grasas, azúcares y/o sodio y que son bajos en micronutrientes y fibras y han desplazado el consumo de alimentos como frutas, verduras, legumbres y granos enteros”, afirma el jefe de la Unidad de Factores de Riesgo y Nutrición. América Latina y el Caribe es una de las regiones del mundo más afectadas por el sobrepeso y la obesidad, reitera.

El creciente desafío del sobrepeso y la obesidad fue responsable de 2,8 millones de muertes por enfermedades no transmisibles en 2021, en las Américas, según el doctor Jarbas Barbosa, director de la OPS. “En los últimos 50 años, las tasas de sobrepeso y obesidad se triplicaron, afectando al 62,5 por ciento de la población en la región”, sostiene.

En su opinión es “preocupante” la prevalencia regional del sobrepeso en niños, niñas y adolescentes, que se ubica en el 33,6 por ciento, mayor que el promedio mundial. Por eso,“es urgente avanzar en la transformación de los sistemas alimentarios para garantizar una alimentación saludable para todos”.

Durante la pandemia del covid-19, la prevalencia de sobrepeso en niños y niñas menores de 5 años aumentó ligeramente del 8,3 por ciento al 8,6 por ciento entre 2020 y 2022; con un incremento mayor en Sudamérica y un aumento más leve en Mesoamérica. En el Caribe se mantuvo estable, según el informe de la ONU.

Pero la obesidad no es el único reto que enfrenta la región. Algunos países presentan un alta prevalencia de retraso del crecimiento en niños y niñas menores de 5 años y el porcentaje llegó al 11,5 por ciento. Los avances alcanzados se frenaron.

Sin embargo, de acuerdo con la ONU, el escenario no es igual entre las diferentes subregiones de nuestro continente. El número de personas con hambre en América del Sur, por ejemplo, se redujo en 3,5 millones entre 2021 y 2022 y, sin embargo, hoy hay 6 millones más de personas subalimentadas en comparación con lo registrado antes del covid-19.

En México y Centroamérica, unos 9,1 millones de personas padecieron hambre en 2022 y en El Caribe, 7,2 millones. Se registró un aumento de 700.000 más. Entre 2019 y 2021, el incremento fue de un millón de personas, con la prevalencia más alta en Haití, de acuerdo con el informe.

En América del Sur, el 36,4 por ciento de la población padeció inseguridad alimentaria moderada o grave. En Mesoamérica, la prevalencia, moderada o grave, alcanzó el 34,5 por ciento en 2022, lo que representó un aumento de 1,3 millones de personas adicionales, en comparación con 2021; mientras que en el Caribe, el 60,6 por ciento de la población la experimentó en 2022.

Lejos de la meta

Cada vez nos alejamos más del cumplimiento de los compromisos suscritos por los 193 Estados miembros de la ONU, que firmaron la Agenda 2030 en 2015, porque aún no “logramos mejorar las cifras previas a la crisis desatada por la (otra) pandemia del covid-19”, alertó Lubetkin, el subdirector general de la FAO.

Entre los puntos de la Agenda 2030 figura el “hambre cero”, que consiste en “asegurar el acceso de todas las personas, en particular los pobres o personas en situaciones vulnerables, incluidos los lactantes, a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año”, dicta la ONU.

La Agenda 2030 ha sido vista como una oportunidad histórica para A. Latina y el Caribe porque incluye temas prioritarios como la erradicación de la pobreza extrema, la reducción de las desigualdades en todos los frentes, el crecimiento económico, el trabajo decente para todos, las ciudades sostenibles, entre otros.

El centro de la Agenda 2030 es la dignidad e igualdad entre las personas e incluye la transformación de nuestro estilo de desarrollo. Es un compromiso universal contraído por todos los países, tanto desarrollados como en vía de desarrollo, y una alianza global para realizar el cambio, enfrentar desastres naturales extremos y mitigar nuestra adaptación a los efectos del cambio climático.

Es necesario, por lo tanto, priorizar esos temas en los programas y políticas públicas, según Rossana Polastri, directora regional del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola para América Latina y el Caribe (Fida), de la ONU.Para alcanzar las metas de la Agenda 2030, “los sistemas alimentarios de la región deben transformarse; y aunque la situación fiscal de muchos países de la región supone un reto importante para los gobiernos, es imperativo abordar el costo y la asequibilidad de las dietas saludables.

Las políticas alimentarias y agrícolas formuladas con ese objetivo son esenciales para lograr que las dietas saludables sean asequibles para toda la población”, afirma Nederveen.“Es fundamental implementar estrategias integrales y enfoques interconectados que abarquen múltiples sectores. Es esencial dar prioridad al desarrollo de cadenas de valor que sean sostenibles, que impulsen la nutrición, la salud y el comercio justo de alimentos.

Además, hay que establecer regulaciones efectivas sobre la disponibilidad, asequibilidad, promoción y publicidad de alimentos saludables y fomentar la creación de entornos alimentarios más saludables”, añade.Advierte que “si no se redoblan los esfuerzos para cumplir con los objetivos de la Agenda 2030, se podría agravar la inestabilidad política, desestabilizar las economías y causar daños irreparables al medioambiente”.

Con información de eltiempo.com

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