El año 2025 marcó un punto de inflexión en la relación entre Estados Unidos y América Latina. Lejos de una diplomacia discreta, Washington volvió a ocupar el centro del tablero hemisférico con una estrategia más directa, condicionante y visible. Migración, seguridad, narcotráfico, democracia y geopolítica se convirtieron en los ejes de una agenda que redefinió alianzas, profundizó tensiones y dejó en evidencia las asimetrías históricas entre el norte y el sur del continente.

12/30/2025. A lo largo de doce meses, América Latina navegó entre la cooperación forzada, el pragmatismo político y la resistencia silenciosa, en un contexto global marcado por la disputa entre potencias y la fragilidad de los consensos regionales. Desde Centroamérica hasta Sudamérica, cada decisión, elección o crisis tuvo como telón de fondo la influencia estadounidense, confirmando que 2025 no fue un año más, sino el momento en que la relación hemisférica volvió a jugarse con reglas duras y consecuencias profundas.
1. EE. UU. endurece su política hacia Venezuela y reabre el fantasma de la confrontación
Durante 2025, Washington dio un giro definitivo frente al gobierno de Nicolás Maduro. Tras años de sanciones económicas y presiones diplomáticas, la administración estadounidense retomó una estrategia de presión directa, justificándola en la lucha contra el narcotráfico, el crimen transnacional y la supuesta connivencia del Estado venezolano con organizaciones criminales.
La narrativa oficial volvió a ubicar a Venezuela como un “factor desestabilizador regional”, mientras Caracas denunció una política intervencionista. El resultado fue un aumento de la tensión militar, diplomática y retórica, que recordó los momentos más álgidos de la Guerra Fría latinoamericana.
2. El Caribe se militariza: Washington refuerza su presencia naval
A lo largo del año, Estados Unidos incrementó el despliegue de su Armada en el Caribe y zonas cercanas a Sudamérica. Bajo el argumento del combate al narcotráfico y el control de rutas ilegales, esta presencia fue leída por varios gobiernos como una señal de disuasión geopolítica, especialmente dirigida a Venezuela y a actores extrahemisféricos como China y Rusia.
Para América Latina, el mensaje fue claro: el Caribe vuelve a ser un espacio estratégico bajo vigilancia estadounidense, lo que reavivó debates sobre soberanía, seguridad regional y dependencia militar.
3. Centroamérica gira a la derecha y se acerca a Washington
Las elecciones en países clave de Centroamérica confirmaron una tendencia conservadora. Gobiernos más alineados con la agenda de Estados Unidos —en temas migratorios, seguridad y cooperación económica— llegaron o se consolidaron en el poder.
Washington celebró estos resultados como una oportunidad para contener la migración irregular y frenar la influencia de otros actores globales. Sin embargo, organizaciones sociales y sectores críticos advirtieron que este alineamiento podría traducirse en menor autonomía política y mayor presión interna sobre derechos humanos.
4. Migración: el eje central de la relación EE. UU.–Latinoamérica
En 2025, la migración dejó de ser solo un problema humanitario para convertirse en el principal eje de negociación política entre Estados Unidos y la región. Washington exigió mayor control fronterizo, cooperación policial y aceptación de deportaciones.
México, Centroamérica y el Caribe quedaron en el centro de una política que combinó incentivos económicos con amenazas diplomáticas, profundizando la percepción de una relación asimétrica donde América Latina actúa como “muro de contención” del sur.
5. México, entre cooperación y tensión con su vecino del norte
La relación entre México y Estados Unidos vivió un año de equilibrio delicado. Mientras ambos países reforzaron la cooperación comercial y de seguridad, surgieron tensiones por temas energéticos, narcotráfico y migración.
Washington presionó por resultados concretos contra los carteles, mientras sectores mexicanos denunciaron una injerencia creciente en asuntos internos. Aun así, el vínculo bilateral se mantuvo como uno de los más estables de la región, aunque cargado de fricciones estructurales.
6. Sudamérica resiste, pero sin bloque común
En Sudamérica, la relación con Estados Unidos fue fragmentada y desigual. Algunos gobiernos apostaron por una relación pragmática, otros mantuvieron distancia ideológica y varios intentaron equilibrar vínculos con Washington y Beijing.
La ausencia de una voz regional unificada debilitó la capacidad de negociación del bloque sudamericano, permitiendo a Estados Unidos avanzar país por país, según intereses específicos.
7. China aparece como el gran telón de fondo
Aunque la relación fue bilateral, China estuvo presente en casi todos los movimientos de Washington en la región. Inversiones, infraestructura, tecnología y comercio con Beijing llevaron a Estados Unidos a reforzar su discurso y su presencia política.
En 2025, América Latina quedó claramente posicionada como territorio de disputa geopolítica, obligando a los gobiernos a elegir entre pragmatismo económico y alineamientos estratégicos.
8. Democracia bajo presión: el discurso de Washington vuelve a ser selectivo
Estados Unidos volvió a colocar la democracia y los derechos humanos en su discurso regional, pero de forma selectiva. Fue duro con gobiernos adversarios y flexible con aliados estratégicos.
Esta doble vara generó críticas y reforzó la percepción histórica de que la política exterior estadounidense prioriza intereses geopolíticos por encima de valores universales.
9. Seguridad y narcotráfico: cooperación que divide
La cooperación en seguridad se intensificó, pero no sin costos. En varios países, la presencia de agencias estadounidenses, acuerdos de inteligencia y presión por extradiciones generaron debates internos sobre soberanía.
Mientras Washington defendió una estrategia regional coordinada, sectores críticos señalaron que la guerra contra las drogas sigue sin resolver las causas estructurales del problema.
10. América Latina en 2025: más dependiente, más vigilada, menos integrada
El balance final del año muestra una región más condicionada por las prioridades de Estados Unidos, con menos margen de maniobra colectiva y mayores presiones externas.
La relación hemisférica volvió a un esquema clásico: Estados Unidos decide, América Latina reacciona, en un contexto global cada vez más polarizado.
🕰️ Estados Unidos y América Latina en 2025
Un recorrido visual por los momentos políticos que marcaron la relación hemisférica
Migración como prioridad absoluta
Washington coloca el control migratorio como eje central de su relación con México, Centroamérica y el Caribe, condicionando cooperación y ayuda.
MigraciónSeguridad y crimen transnacional
Estados Unidos refuerza acuerdos antidrogas y de inteligencia, ampliando su influencia en políticas de seguridad regional.
SeguridadCentroamérica gira políticamente
Gobiernos más alineados con Washington se consolidan en la región, especialmente en temas migratorios y de orden interno.
EleccionesMéxico bajo presión
La lucha contra el narcotráfico genera tensiones diplomáticas, mientras crece el debate sobre soberanía y cooperación.
México–EE. UU.China entra en escena
La expansión china en infraestructura y tecnología obliga a EE. UU. a redoblar su ofensiva diplomática en América Latina.
GeopolíticaEl Caribe vuelve a ser estratégico
Washington incrementa su presencia naval, reavivando temores históricos de militarización regional.
DefensaSudamérica sin voz común
La fragmentación política impide una postura regional fuerte frente a Estados Unidos y otras potencias.
RegiónDemocracia con doble rasero
EE. UU. endurece críticas a gobiernos adversarios y flexibiliza su discurso con aliados estratégicos.
DemocraciaSoberanía en debate
Acuerdos de inteligencia generan protestas internas y cuestionamientos sobre injerencia extranjera.
Política internaEl balance de un año tenso
La relación hemisférica cierra 2025 con más presión estadounidense y menor margen de maniobra latinoamericano.
Balance 2025Puedes leer: Comision de Derechos Humanos exige a Ecuador hallar a 26 desaparecidos y proteger a mujeres buscadoras
2025 dejó claro que la relación entre Estados Unidos y América Latina no es de socios iguales, sino de intereses cruzados, dependencias históricas y disputas geopolíticas renovadas. El desafío para la región será recuperar voz propia, fortalecer integración y evitar que el tablero global se juegue nuevamente sobre suelo latinoamericano.
Redacción equipo DHH.
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