El presidente Alberto Fernández aseguró este sábado que «los 40 años de democracia nos comprometen, nos obligan a ser parte, Argentina necesita terminar con los desencuentros y recuperar la paz» y señaló que «se necesita terminar con los agravios, los insultos, las voces altisonantes para que volvamos a escucharnos y hablarnos. Terminar con el narcotráfico y ayudar a los caídos».

El mandatario participó en una campaña bajo la consigna «Ni un pibe, ni una piba menos por la droga” en el Cabildo de Luján, impulsada por la Federación de Hogares de Cristo que preside el cura José María “Pepe” Di Paola. La excusa fueron las celebraciones por los 15 años de esa iniciativa llevada a cabo por curas villeros y también porque se viene el 10° aniversario de la asunción del papa Francisco como Sumo Pontífice, el 13 de marzo. 

Durante el acto se transmitió un mensaje grabado de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien desde su despacho en el Senado aseguró que «la adicción es un drama y una tragedia social». Al mismo tiempo, destacó la importancia de que el Estado «recupere el territorio» en zonas como Rosario, actual escenario de violencia del narcotráfico en el país.

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La exmandataria hizo referencia a las medidas tomadas por el presidente Alberto Fernández para neutralizar la extrema situación de tensión que vive actualmente la ciudad santafesina. Entre ellas, el envío de Fuerzas Federales; escuadrones militares para urbanizar los barrios populares. En ese sentido, aseguró que «recuperar el territorio no es un concepto militar, sino recuperar el rol del Estado en esos lugares vulnerables».

Elogios al papa Francisco

En otra parte de su discurso, Alberto elogió al papa Francisco y aseguró que su figura lo hizo «reconciliar con la Iglesia» y resaltó que es «el mayor líder moral y ético que el mundo tiene» porque «se animó a cuestionar el mundo financiero y capitalista». 

En esa línea, el mandatario señaló que su participación en la campaña «Ni un pibe, ni una piba menos por la droga” en el Cabildo de Luján «es un imperativo moral» y destacó que tanto el trabajo del primer Papa argentino como la de los curas de las villas que trabajan allí lo «reconcilian día a día» con la Iglesia.