Bachelet invita a Maduro a relanzar Unasur
En carta enviada al presidente Nicolás Maduro varios expresidentes de la región plantean reactivar el mecanismo integrador.
Además del planteamiento geopolítico como una necesidad, los firmantes explican que legalmente la Unasur existe y será fácil técnicamente retomar su papel.
En la misiva destacan la necesidad de integrar la región, resaltando al tiempo su potencialidades «con sus 18 millones de kilómetros cuadrados y sus 422 millones de habitantes que representan por lo demás dos tercios de la población total de América Latina».
Entre los firmantes de la comunicación enviada al Presidente Nicolás Maduro figuran los exmandatarios: Michelle Bachelet de Chile; Rafael Correa de Ecuador; Dilma Rouseff de Brasil; Eduardo Duhalde de Argentina; Ricardo Lagos de Chile; José Mujica de Uruguay y Ernesto Samper de Colombia. La misiva suma además las rúbricas de excancilleres, exministros, exparlamentarios e intelectuales sudamericanos.
«Confiamos en su visión para hacer de nuestra América del Sur un motor impulsor de un nuevo nivel de unidad e integración latinoamericana, anclada en la solidaridad continental y en los valores permanentes de la paz y la democracia» cierra la carta enviada al presidente Maduro.
Colocamos algunos parrafos de la carta:
Estimado Presidente,
Somos un grupo de ex presidentes, cancilleres, ministros, parlamentarios e intelectuales sudamericanos que buscamos aportar a los desafíos del tiempo presente. Nos anima la necesidad de dejar atrás una historia de sueños rotos, promesas incumplidas y oportunidades perdidas. Una pandemia que azota al mundo por casi tres años, la guerra de Rusia con Ucrania y la agudización de la disputa entre China y los Estados Unidos han creado un nuevo escenario internacional. La globalización tal cual se organizó hasta hoy está en cuestión. Así lo están también las viejas formas de integración asimétrica entre países centrales y periféricos. El mundo nuevo que emerge conlleva amenazas, pero también oportunidades que no se pueden volver a desperdiciar. Una crisis climática que no cesa de agravarse y una anomia en cuanto al respeto al derecho internacional genera una especie de caos global en el cual asoma incluso el riesgo de una tragedia producida por el armamento nuclear. Se requiere una intervención urgente de los organismos multilaterales los que hoy día están desgraciadamente debilitados y son a menudo impotentes.
La hegemonía norteamericana está desafiada por la emergencia de China, nación milenaria gobernada de manera centralizada. Por su parte, la Unión Europea busca defender su modelo de cohesión social y abrir sin por ahora conseguirlo espacios que le permitan conquistar su autonomía estratégica. Paralelamente, el llamado Sur Global con nuevas potencias emergentes busca abrirse paso e influir en el diseño de una nueva gobernanza del planeta.
Con solo un 8% de la población mundial, América Latina registra más de un cuarto del total de fallecidos por COVID, experimentó una recesión doblemente más profunda que la de la economía mundial y vio aumentar en cerca de 50 millones el número de personas que viven en condiciones de pobreza. Priman en la región la fragilidad de las estructuras productivas, la acentuación de la dependencia de un número reducido de productos primarios, el debilitamiento de las instituciones democráticas y la fragmentación política que impide levantar una voz común frente a los asuntos globales. La reciente “Cumbre de las Américas “mostró con total crudeza la ausencia de una posición común de nuestros gobernantes al punto que el centro de la discusión fue ocupado por las exclusiones y las ausencias.
La diversidad de la región latinoamericana y caribeña obliga a entender la integración como un proceso que adopta necesariamente una geometría variable que se compone de varios planos que se expanden a distintas velocidades. Cada una de las subregiones tiene particularidades que si no se toman en cuenta terminan frenando el conjunto del proceso. México en América del Norte, América Central, el Caribe y América del Sur tienen objetivos y reivindicaciones en común respecto del mundo, pero presentan al mismo tiempo especificidades que les son propias. Es evidente que una gran nación como México constituye una realidad particular muy distinta a la de América del Sur dado su comercio fuertemente orientado al mercado norteamericano, concentrado en bienes manufacturados y con mucho menor gravitación de la China. La excepcionalidad mexicana no tiene por qué transformarse en rivalidad. Si en algún momento la hubo, llegó la hora de superarla. Profundos lazos históricos, culturales y lingüísticos nos unen con México. En el nuevo escenario internacional, organizado en torno a grandes bloques una relación estrecha entre México, América Central, el Caribe y América del Sur, representa una gran ventaja para el conjunto.