Mientras Bolivia se prepara para una segunda vuelta electoral el próximo 19 de octubre, el país se encuentra atrapado en una tormenta perfecta de crisis económica, polarización política y el surgimiento de dos figuras que amenazan con desestabilizar su frágil democracia.

09/21/2025. La derrota del Movimiento al Socialismo (MAS) en las urnas, por primera vez en casi dos décadas, no ha traído la calma esperada. En su lugar, ha revelado un panorama incierto, marcado por la figura del carismático capitán de policía Edman Lara y la persistente influencia del expresidente Evo Morales.
El ascenso de un «Chávez 2.0»: El caudillo de uniforme que alarma a Bolivia
En el centro de la controversia se encuentra Edman Lara, candidato a vicepresidente por el Partido Demócrata Cristiano (PDC). Lara, un «influencer con muchísimo éxito» y un estilo confrontacional en redes sociales, ha sido calificado por analistas como un «Chávez 2.0». Según el consultor político Erick Fajardo, su perfil es el del «autoritario populista de uniforme que tanto amamos en Latinoamérica». Su discurso radical y populista, dirigido a los sectores más golpeados por la crisis, lo convierte en una figura peligrosa para el futuro del país.
La preocupación se intensifica ante la posibilidad de que, de llegar al poder, Lara utilice su posición para replicar un modelo autoritario. Fajardo advierte que su compañero de fórmula, el candidato presidencial Rodrigo Paz, podría haber cometido un grave error de cálculo al «dormir con el enemigo». La especulación es que Lara podría propiciar un golpe de estado interno contra Paz para asumir la presidencia.
Esta amenaza se agrava por el historial de corrupción y vínculos con el narcotráfico de la policía boliviana. La llegada de un oficial como Lara al gobierno podría, según Fajardo, «convertir a la Policía en un Cartel de los Soles segunda parte», una receta para un «Hugo Chávez II» que causaría un daño «incuantificable» a Bolivia.
La crisis económica como telón de fondo y el fin de una era
La contienda electoral entre Rodrigo Paz y Jorge ‘Tuto’ Quiroga (Alianza Libre) se desarrolla en medio de una severa crisis económica. La población enfrenta una inflación creciente, escasez de dólares, falta de combustible y un aumento significativo en el precio de los alimentos, como la carne, que golpea duramente a los sectores populares. La percepción general es de desaprobación hacia la gestión del presidente saliente, Luis Arce, quien llegó al poder con la promesa de ser un buen gestor económico pero cuyo gobierno es visto como un fracaso.
Independientemente del ganador, las elecciones marcan el fin de la hegemonía del MAS, que gobernó desde 2005. Este cambio abre la puerta a una política más plural, pero también a una inestabilidad que podría ser explotada.
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Evo Morales: La amenaza latente que busca desestabilizar desde las calles
Aunque fuera de la boleta electoral, Evo Morales sigue siendo una fuerza formidable. En las pasadas elecciones, logró canalizar un 16% de voto nulo, una cifra históricamente inédita en Bolivia que él interpreta como un mandato para la desestabilización. Fajardo advierte que Morales usará este capital político para «incendiar la calle» a principios del próximo año, aprovechando las tensiones sociales como las negociaciones salariales.
La estrategia de Morales evidencia su postura de «si no soy yo, no será nadie», como lo demostró al no apoyar a otros líderes de izquierda y promover el voto nulo. Aunque algunos ven estas elecciones como un «golpe duro» para su carrera, otros, como la periodista Fabiola Chambi, son cautelosos y señalan que su futuro político dependerá de cómo resuelva sus problemas con la justicia. Mientras tanto, Morales se mantiene activo y protegido por sus seguidores, emitiendo su discurso desde la radio Kawsachun Coca.
La izquierda no desaparece, muta
Contrario al entusiasmo inicial por la derrota del MAS, los analistas advierten que la izquierda no ha desaparecido, sino que ha mutado. «La realidad es que la izquierda ha mutado, ha cambiado de perfil, pero difícilmente ha desaparecido o está a punto de extinguirse», subraya Fajardo. Bolivia se enfrenta a un futuro complejo, donde el nuevo gobierno deberá navegar entre una profunda crisis económica, la amenaza de un populismo autoritario y la capacidad de desestabilización de un expresidente que se niega a desaparecer del escenario político.
Redacción Albitrio Fabrepe sobre lectura de agencias.
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