Tormenta en el Caribe: la «flota fantasma» se enfrenta a la radicalización de Trump

La reciente interceptación del Bella 1, un petrolero de bandera panameña vinculado a la firma Louis Marine Shipholding Enterprises, marca un punto de inflexión en la estrategia de presión máxima de Washington contra el gobierno de Nicolás Maduro. Este incidente, ocurrido este domingo, no es un evento aislado: se suma a la incautación del buque Centuries el sábado y del Skipper a principios de diciembre.

12/21/2025. Lo que estamos presenciando es la ejecución de un bloqueo naval total ordenado por la administración de Donald Trump, destinado a asfixiar las finanzas del Palacio de Miraflores mediante el desmantelamiento de su denominada «flota fantasma».

La estrategia de EE. UU. ha evolucionado de sanciones financieras a acciones tácticas directas en alta mar. Con la detección de que el 41% del tráfico petrolero hacia Venezuela en noviembre presentaba características ilícitas (señales AIS apagadas o banderas de conveniencia), el Pentágono y la Guardia Costera han intensificado la vigilancia sobre rutas estratégicas.

• Consecuencia futura: Venezuela se verá obligada a recurrir a métodos de transporte aún más costosos y riesgosos. Si bien el país ha demostrado resiliencia encontrando rutas alternativas, los elevados costos de logística y el riesgo de incautación podrían reducir drásticamente el margen de beneficio por barril, estrangulando la principal fuente de divisas del Estado.

2. Radicalización de la postura estadounidense

El Secretario de Defensa, Pete Hegseth, ha sido enfático: el bloqueo permanecerá en «pleno vigor» hasta que se devuelvan los activos estadounidenses que Washington considera robados. El uso de inteligencia avanzada para rastrear buques como el Bella 1 —previamente sancionado por vínculos con Irán— sugiere que no habrá tregua para los navíos que operen en la opacidad.

• Consecuencia futura: La consolidación de una zona de exclusión petrolera de facto en el Caribe. Esto no solo afectará a los buques con bandera venezolana, sino que pondrá en la mira a empresas de terceros países (como firmas chinas o rusas) que facilitan el comercio, elevando el riesgo de incidentes diplomáticos internacionales.

3. El riesgo de incidentes multilaterales

La persecución de buques en aguas internacionales genera una fricción jurídica compleja. Caracas ya ha calificado estas acciones como «robo y secuestro», denunciando violaciones a su soberanía marítima.

• Consecuencia futura: Un posible enfrentamiento o escalada bélica accidental. Con 18 barcos actualmente bajo vigilancia militar estadounidense y la presencia de actores como Rusia y Venezuela advirtiendo sobre «consecuencias impredecibles», el margen de error en estas interceptaciones es mínimo. Además, la involucración de países como Panamá, cuya bandera es utilizada frecuentemente por esta flota, podría tensar las relaciones regionales.

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4. Impacto en el mercado energético y de seguridad

El despliegue militar de EE. UU. en el Caribe, que desde agosto combina campañas antidrogas con el bloqueo petrolero, ha resultado en la destrucción de lanchas y la detención de más de un centenar de personas vinculadas a actividades ilícitas.

• Consecuencia futura: Una reconfiguración del comercio marítimo regional. Los puertos del Caribe podrían experimentar una vigilancia sin precedentes, lo que afectará no solo al petróleo, sino a toda la cadena de suministro que intente evadir el escrutinio de Washington. La «flota fantasma» podría verse obligada a migrar hacia el uso de banderas de paraísos regulatorios aún más remotos, como las Islas Comoras o Guinea, para intentar diluir su trazabilidad.

En resumen, la captura del Bella 1 simboliza el cierre de las rutas de escape para el crudo venezolano. Estamos ante un escenario donde la superioridad naval se convierte en el principal instrumento de política económica para EE.UU.

Redacción Albitrio Fabrepe para DHH.