Cuba a Oscuras: protestas por apagones y hambre terminan en penas de hasta nueve años de prisión

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La isla de Cuba, sumida en una crisis que aprieta cada vez más, ha convertido la oscuridad en una constante y el descontento en un delito. El régimen de Miguel Díaz-Canel ha respondido con mano dura a las protestas ciudadanas, sentenciando a por lo menos 15 manifestantes a penas de hasta nueve años de prisión por alzar la voz contra los interminables apagones y la grave escasez de alimentos que azotan al país.

09/21/2025. Las manifestaciones, que estallaron en ciudades como Santiago de Cuba, Bayamo y Santa Marta, fueron la respuesta popular a una situación insostenible. En marzo de 2024, cientos de cubanos salieron a las calles tras soportar cortes de energía que se extendían hasta por 13 horas diarias. Sin embargo, la crisis no ha hecho más que agravarse, con jornadas actuales donde el servicio eléctrico llega a interrumpirse hasta por 15 horas continuas. En los últimos tres años, la isla ha sufrido al menos seis apagones generalizados, un síntoma de un sistema eléctrico obsoleto, con centrales construidas en su mayoría en las décadas de 1980 y 1990. Las autoridades cubanas atribuyen esta parálisis al embargo de Estados Unidos, que, según afirman, impide las reparaciones necesarias.

El Tribunal Supremo Popular de Cuba confirmó las sentencias dictadas en la ciudad de Bayamo: ocho personas recibieron penas de entre seis y nueve años de privación de libertad, cinco fueron condenadas a entre tres y cinco años, y dos recibieron sentencias de trabajo correccional sin internamiento. Los cargos imputados reflejan la severidad de la respuesta estatal: «desórdenes públicos, atentado, resistencia, desacato, desobediencia e instigación a delinquir». Se estima que entre 2022 y lo que va de este año, al menos 180 disidentes han sido detenidos por participar en protestas similares.

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La crisis energética es solo una faceta de un colapso más profundo. La escasez de alimentos es tan crítica que el azúcar, producto históricamente emblemático de Cuba, ahora debe ser importado, al igual que cerca del 70% de los alimentos que consume la población. Los precios en los mercados se han disparado, y la economía se ve asfixiada por una combinación de factores: un sistema productivo en decadencia, la inflación alimentada por las restricciones financieras de Washington, el impacto de la guerra en Ucrania y un sector turístico que no logra recuperarse desde la pandemia de COVID-19. En 2024, la llegada de visitantes cayó un 10% respecto al año anterior, a pesar de las grandes inversiones estatales en infraestructura hotelera.

De esta manera, la vida cotidiana en Cuba se ha convertido en una lucha diaria, donde la falta de luz y comida alimenta un descontento creciente que, lejos de ser escuchado, es silenciado con severas condenas de cárcel.

Redacción DHH sobre lectura de agencias

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