Semidesnudo, muy delgado, lleno de picadas de mosquitos, con fuertes dolores en un brazo debido a una bursitis, con sangrado bucal y problemas gástricos intensificados, y pese a esto, sin acceso a atención médica o los medicamentos necesarios. Ese fue el estado en el que encontró a José Daniel Ferrer García, líder de la UNPACU, su esposa, Nelva I. Ortega, el pasado 5 de septiembre luego de una visita de apenas 15 minutos en la prisión de Mar Verde, en Santiago de Cuba.

El encuentro se produjo tras permanecer 55 días en aislamiento y ante las peticiones de fe de vida por parte de su familia. El activista se encuentra detenido desde el 11 de julio del pasado año por intentar acceder al lugar donde se desarrollaban las protestas en su provincia, un mes más tarde, le fue revocada una condena de cuatro años de prisión que cumplía desde 2020 en reclusión domiciliaria. Este constituye su tercer encarcelamiento por motivos políticos; como las veces anteriores, se niega a arrodillarse ante la dictadura.
“(…) solo se alimenta de la jaba que podemos prepararle y le están permitiendo cada 45 días. Sin ver a absolutamente nadie, ningún recluso se puede acercar a él, sin poder tener lápiz y papel ni para solicitar asistencia religiosa. Luego de aproximadamente seis meses sin sacarlo al sol, dijo a Nelva que hace cerca de tres semanas lo están sacando así mismo en calzoncillo, un rato en la mañana”, explicó la hermana del activista, Ana Belkis Ferrer García.
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