Entrevista exclusiva con el Año 2025: Una mirada profunda al futuro de la humanidad
En un mundo marcado por la incertidumbre, la polarización y las crisis globales, 2025 llega como un niño, pero con una sabiduría sorprendente sobre los retos y las oportunidades que enfrentamos como especie. Aunque es joven, este nuevo año tiene la capacidad de mirar hacia atrás y hacia adelante, viendo las lecciones del pasado reciente y las responsabilidades del presente. Pero, más importante aún, 2025 tiene la visión clara de un futuro que, aunque incierto, está lleno de posibilidades para el cambio.
12/31/2024. En esta entrevista exclusiva, tenemos la oportunidad de conversar con el Año 2025, quien nos ofrece una reflexión profunda sobre cómo la humanidad puede transformar la adversidad en acción. Desde el cambio climático y las desigualdades sociales hasta el poder de la tecnología y los movimientos de resistencia, este 2025 no solo se limita a marcar los días: se presenta como un testigo consciente de los esfuerzos colectivos y de los desafíos que el mundo tendrá que enfrentar si quiere sobrevivir y prosperar.
A través de sus respuestas, 2025 nos invita a mirar más allá de las cifras y las estadísticas. Nos insta a adoptar un enfoque sostenible, solidario y profundamente humano para garantizar que los problemas que nos aquejan no solo se resuelvan, sino que nunca más se repitan. Una lección para los líderes mundiales, pero también para cada uno de nosotros: la acción colectiva es la única vía para asegurar un futuro más justo y equitativo.
Hoy, escuchamos la voz del futuro. ¿Qué nos dirá este año que recién comienza? aqui la entrevista.
1. «¿Qué estrategias propones para que la humanidad pueda enfrentar estas crisis de manera más unida y efectiva?»
La unión no es una opción, es una necesidad. A lo largo de los años, he visto cómo las divisiones –ya sean económicas, políticas o culturales– se han convertido en barreras para resolver problemas comunes. Mi estrategia principal es que los líderes y ciudadanos del mundo reconozcan algo fundamental: las crisis globales no respetan fronteras. El cambio climático no elige países; afecta a todos. Por eso, quiero que mi tiempo sea un espacio donde surjan acuerdos multilaterales sólidos, no solo declaraciones bonitas que se olvidan con el tiempo.
El verdadero cambio comenzará cuando los países más poderosos entiendan que su prosperidad depende de la cooperación con los más vulnerables. Propongo un año en el que las grandes economías inviertan recursos significativos en infraestructura resiliente, educación y tecnología para las naciones en desarrollo, no como un acto de caridad, sino como un reconocimiento de la interdependencia. Además, quiero que las comunidades locales se organicen más, porque el cambio global siempre nace desde lo pequeño: una aldea, un barrio, una familia.
2. «¿Qué oportunidades ves para que los países de América Latina avancen hacia una mayor equidad y justicia social?»
América Latina, te miro como un corazón lleno de vida, pero también herido por la desigualdad y la corrupción. Mi sueño para ti es que este año sea el inicio de una revolución ética. Los ciudadanos están cansados de la impunidad, y eso es un signo de esperanza, porque la indignación es el motor del cambio. Las oportunidades están allí, pero necesitan ser aprovechadas con valentía:
Primero, quiero que los gobiernos fortalezcan la educación, no solo como una herramienta para la movilidad social, sino como una forma de empoderar a las comunidades para que sean agentes de cambio. Segundo, este puede ser el año en que se redescubra el valor de las economías locales, donde los pequeños productores y emprendedores sean protegidos y promovidos. Finalmente, quiero que los movimientos sociales ganen más fuerza y representación en las decisiones políticas. América Latina ya no puede ser un terreno de explotación; debe ser un laboratorio de innovación social.
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3. «¿Qué papel jugarás para garantizar que la tecnología sea accesible y beneficie a todos por igual?»
La tecnología es un arma de doble filo, y yo, 2025, estoy aquí para equilibrarla. Veo con claridad cómo las brechas digitales han exacerbado las desigualdades, dejando a millones fuera de las oportunidades del futuro. Mi papel es ser un puente: quiero que los grandes desarrolladores tecnológicos trabajen más estrechamente con los gobiernos y las ONG para garantizar que la conectividad llegue a todos los rincones del mundo. ¿De qué sirve la inteligencia artificial si un niño en la Amazonía ni siquiera tiene acceso a internet?
También quiero promover un uso ético de la tecnología. Esto significa desarrollar herramientas que resuelvan problemas reales: aplicaciones que ayuden a agricultores a predecir lluvias, sistemas que faciliten el acceso a la salud y la educación en las zonas rurales, y plataformas transparentes para combatir la corrupción. Pero no es suficiente con crear tecnología; también es crucial educar a las personas para que puedan utilizarla. Mi esperanza es que este sea el año donde cada ser humano sienta que la tecnología trabaja para ellos, no en su contra.
4. «¿Cómo planeas inspirar a los líderes mundiales y a las personas comunes para que adopten un enfoque más sostenible y solidario?»
La inspiración nace de la urgencia y de los ejemplos vivos de cambio. Mi tarea principal es poner frente a los ojos de los líderes mundiales y de las personas las consecuencias de su inacción y, al mismo tiempo, mostrarles lo que se puede lograr cuando deciden actuar.
Por ejemplo, quiero que los líderes recuerden casos como el Acuerdo de París de 2015, cuando el mundo logró un consenso histórico para combatir el cambio climático. A pesar de las dificultades, ese acuerdo mostró que la cooperación internacional es posible. Ahora, quiero que mi año sea el momento en que esos compromisos se traduzcan en acciones reales, como la aceleración del uso de energías limpias en lugar de los combustibles fósiles. Países como Dinamarca y Costa Rica ya lideran con planes ambiciosos para eliminar la dependencia del carbón y el petróleo. Si ellos pueden hacerlo, ¿por qué no otros?
Para las personas comunes, quiero que miren a movimientos como Fridays for Future, liderado por jóvenes que han inspirado a millones. Estos movimientos demuestran que incluso aquellos que no tienen poder político formal pueden ejercer presión y cambiar narrativas. Mi objetivo es amplificar sus voces, para que más personas entiendan que sus decisiones cotidianas –desde consumir menos productos de origen animal hasta optar por transportes más sostenibles– no son insignificantes.
Además, quiero ser un año que celebre la solidaridad. Miren los ejemplos de comunidades indígenas en América Latina que protegen los bosques del Amazonas o los pueblos en África que están reforestando vastas áreas con iniciativas como la Gran Muralla Verde. Estas acciones locales tienen impactos globales. Mi papel es mostrar que, cuando se protege la tierra, también se protege a las generaciones futuras.
5. «¿Qué mensaje tienes para quienes están luchando por un futuro mejor, enfrentando sistemas que parecen inamovibles?»
A ustedes, los luchadores, quiero decirles algo esencial: aunque los sistemas parezcan inamovibles, están hechos de personas, y las personas pueden cambiar. Su resistencia tiene precedentes históricos que prueban que el cambio es posible.
Piensen en la lucha contra el apartheid en Sudáfrica. Durante décadas, parecía imposible desmantelar ese sistema opresivo, pero la perseverancia de figuras como Nelson Mandela y millones de activistas anónimos logró lo impensable. De manera similar, los movimientos feministas alrededor del mundo han enfrentado siglos de opresión y han conquistado derechos fundamentales como el voto, la educación y la igualdad legal. Ustedes son parte de esa misma línea de luchadores, y sus esfuerzos construirán el mundo que sueñan.
Hoy, veo ejemplos inspiradores en todas partes. Miremos a los defensores de los derechos ambientales en el Amazonas, como Chico Mendes en su tiempo, o a las mujeres mapuches en Chile que luchan por la recuperación de sus tierras. Piensen en los movimientos en Irán liderados por mujeres valientes que arriesgan todo por su libertad, o en las comunidades en Haití que se organizan para resistir frente a crisis constantes. Ellos son prueba de que, incluso ante los sistemas más opresores, hay esperanza.
Mi mensaje es que sigan adelante, pero también que se cuiden entre ustedes. Las luchas no son fáciles y muchas veces exigen sacrificios personales. Rodéense de comunidades que les sostengan y busquen aliados más allá de sus fronteras. Recuerden que cada acto de resistencia, por pequeño que parezca, se suma al todo. Un río comienza con gotas de agua, y esas gotas se convierten en una fuerza imparable.
Por último, les invito a usar las herramientas que les da este tiempo: las redes sociales para amplificar sus voces, las alianzas internacionales para generar presión, y la educación como arma poderosa contra la ignorancia y la manipulación. Ustedes son la chispa que enciende el fuego del cambio, y yo, 2025, estaré aquí para ser testigo y aliado de su valentía.
Al concluir esta conversación con el Año 2025, nos queda claro que el futuro no es un destino inevitable, sino una construcción colectiva que se forja cada día con nuestras decisiones. A través de sus respuestas, 2025 nos ha mostrado un camino desafiante pero esperanzador, uno en el que la humanidad tiene el poder de transformar el presente y redibujar el futuro.
Los problemas que enfrentamos son complejos, pero no insuperables. Desde el cambio climático hasta las desigualdades sociales, desde la lucha por la equidad en América Latina hasta la necesidad de una tecnología accesible para todos, el Año 2025 nos recuerda que cada uno de nosotros tiene un papel crucial que desempeñar en este proceso. La historia nos ha enseñado que las crisis más profundas han sido superadas con valentía, creatividad y solidaridad. Este es el momento de aplicar esas lecciones, de actuar con la urgencia que el planeta y las generaciones futuras demandan.
Redacción DHH.