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Variedades

El mundo recuerda el adiós de Lou Gehrig

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A 82 años de su muerte, este viernes muchos aún valoran la vida del Lou Gehrig “Caballo de Hierro”. Los números del inicialista y toletero yanqui son de los mejores de la historia, a pesar de haber jugado 14 temporadas regulares (de 17 en total). Siempre fue un ejemplo en todas las esferas de la vida.

Trabajo especial del historiador deportivo y periodista Eliéxser Pirela Leal para DHH.

Cuando hacemos referencia a los mejores beisbolistas en la historia, el nombre de Lou Gherig debe estar en esa lista argumentada. No en vano terminó con registros maravillosos, a pesar de solo jugar 14 temporadas completas, de las 17 en la que intervino en la MLB.
El inicialista y cuarto bate de los Yanquis de Nueva York que construyeron una dinastía en los años 20 del siglo pasado, compañero del “Bambino” Babe Ruth, fue una verdadera grúa a la hora de remolcar carreras, toda vez que terminó con 1.995 empujadas, e incluso, de las seis cifras más altas logradas en un año (por separado), tres pertenecen a Gehrig: Esta lista la componen Hack Wilson (191 impulsadas en 1930), Gherig (con 185 en 1931), Hank Greenberg (184 en 1937), Jimmie Fox (175 en 1938), al igual que Gherig en 1927 (que a pesar de sus 60 jonrones, Babe Ruth, quien bateaba de tercero en el orden al bate, quedó detrás de Gehrig) y 173 de “El caballo de hierro”, como le decían al toletero de ascendencia
alemana, quien logró esa cifra en 1930.
Gehrig apenas tomó 8.001 turnos y conectó 2.721 hits, de los cuales 493 fueron jonrones, finalizó con 1.888 anotadas y su promedio al bate fue un extraordinario .340 de average. Terminó con un WAR de 113.8, que al momento de su retiro obligado no se llevaban esas estadísticas, pero eventualmente fue uno de los más altos del momento.
Debut discreto
El estreno de Gehrig como grandeliga fue ante los Marrones de San Luis, el 15 de junio de 1923.

En verdad no fue el debut más esperado, porque Lou entró en el noveno inning como sustituto del inicialista titular, Wally Pipp, cuando el mánager Miller Huggins lo llamó al campo, con la pizarra 10-0 a favor de los Yanquis, que jugaron como home club, en el entonces moderno Yankee Stadium. Claro está, no tomó turnos al bate.
Poco después, cuenta la historia, que un par de años más tarde Pipp pidió no entrar al lineup porque le dolía la cabeza y el timonel yanqui llamó al aún novato Gehrig, quien solo sumaba 23 juegos de experiencia, con 42 turnos en sus primeros dos años de acciones. Ese dolor de cabezas lo lamentó siempre Pipp, pero lo agradece la historia de la pelota porque representó el inicio de una de las hazañas más impresionantes del juego de pelotas, porque comenzó una racha de 2.130 juegos consecutivos, que solo pudo frenar la Esclerosis lateral amiotrófica ELA, un terrible cáncer que acabó su vida en apenas dos años.

Puedes leer: El venezolano Luis Arráez brilla con los Marlins – (dehablahispana.com)

Esa enfermedad, desde ese entonces es conocida como “El mal de Gehrig”.
Los Yanquis de Lou Gehrig asistieron a ocho series mundiales y ganaron siete (Gehrig no pudo jugar en la última, la del 39, porque casi no podía ni caminar). Ganó dos premios MVP en la Liga Americana y fue a siete juegos de estrellas.
Relación con Venezuela
Haciendo un poco de Historia, el venezolano Alejandro “El Patón” Carrasquel debutó con los Senadores de Washington el 23 de abril de 1939, ante los Yanquis de Nueva York, en el Griffith Stadium de la capital de Estados Unidos. Al primer rival que enfrentó fue a Joe DiMaggio, para cerrar el cuarto inning, mientras que en el quinto su primer bateador rival fue Lou Gehrig, a quien obligó a dar un rolling a sus manos para retirarlo en primera. Nadie sabía que esa era la última semana de acciones de “Iron Horse”, que el 30 de abril, siete días después, en otra serie ante Senadores, pero en Nueva York, inició su último juego, en
el Yankee Stadium, choque que fue el primer juego salvado en la historia para el venezolano Carrasquel.
Al día siguiente Gehrig le dijo al mánager Joe McCarthy que lo sacara del lineup, obligando al anunciador oficial del estadio newyorquino a notificar, con la voz entrecortada a través de los altavoces del parque, que “Lamento informar que después de 12 años y 2.130 juegos consecutivos, los Yanquis de Nueva York presentan un lineup sin el nombre de Lou Gehrig”… hubo un asombro absoluto y luego una estruendosa ovación a uno de los más grandes jugadores en la historia del equipo y del propio juego de pelotas. Con apenas 34 años de edad se iba Lou Gehrig, aquejado por ese mal que dos años después se lo
llevaría para siempre.

El hombre mas feliz de la tierra
De Lou Gehrig se podrían escribir miles de páginas, todas con puntos favorables, pero la cúspide de su grandeza la logró en el discurso de despedida, cuando los Yanquis retiraron el número 4, el que siempre utilizó, para ser el primer número de cualquier uniforme, de cualquier deporte, que se haya retirado en el mundo. En esos actos dijo uno de los discursos más humanos, sensibles, emotivos y recordados de la historia:
“Durante las últimas dos semanas han leído acerca de un golpe de mala suerte, pero hoy me considero el hombre más afortunado sobre la faz de la tierra. He estado en parques de béisbol por 17 años y solo he recibido amabilidad y apoyo por parte de los aficionados.
Al mirar alrededor ¿no considerarían un privilegio estar asociados a un grupo de hombres de tan buen porte como los que están aquí en uniforme en este estadio hoy? Claro, soy afortunado. ¿Quién no consideraría un honor haber conocido a Jacob Ruppert? ¿O al creador del imperio más grande del béisbol, Ed Barrow? ¿Haber pasado seis años junto al pequeño amigo Miller Huggins? ¿O haber estado nueve años con el gran líder, ese inteligente estudiante de psicología que hoy es el mejor mánager de béisbol, Joe McCarthy?
Desde luego que soy afortunado.“

Cuando los Gigantes de Nueva York, un rival que darías un brazo por vencer y viceversa, te envía un regalo… es algo grande. Cuando todos, desde los encargados del campo hasta los que están con batas blancas, te recuerdan con trofeos… es algo grande. Cuando tienes una gran suegra que toma tu lado cuando hay alguna discusión con su hija… eso es algo.
Cuando tu padre y tu madre, que trabajaron toda su vida para que puedas tener una educación y entrenar tu cuerpo… es una bendición. Cuando tienes una esposa que es una torre de fortaleza y muestra más coraje del que jamás imaginaste… eso es lo mejor que conozco.
Así que termino diciendo que puede que haya tenido un golpe de mala suerte, pero tengo mucho por vivir. Muchas gracias».

Tras esas hermosas y contundentes palabras el público del Yankee Stadium se conmovió por completo, y uno de los invitados especiales, Babe Ruth, muy emocionado se le acercó y le abrazó, finalizando así una fría relación que surgió en los últimos años de ambos como la temible pareja de los Bombarderos.

Redacción DHH.

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