La guerra que ganaría Rusia en 7 días hoy cumple un año
Un año de terror e incertidumbre han vivido los ucranianos en medio de la guerra. De parte y parte, las pérdidas son incalculables. Tensión por posible ataque nuclear.
A 365 días del primer estallido, los misiles siguen retumbando entre Rusia y Ucrania y son pocas las personas que se atreven a ponerle fecha de fin a una guerra que, con el pasar de los meses, se enreda entre promesas y duras posiciones.
Lo que en principio pareció una victoria inminente para Rusia se convirtió en la impresionante lucha de David contra Goliat, algo con lo que el Kremlin parecía no contar, y el surgimiento de una nueva clase de líder político militar, por el que el mundo jamás habría apostado, hasta ahora: Volodímir Zelensky.
Los países han anunciado sus apoyos, los señalamientos parecen duros, las posturas firmes, pero nada sucede, más allá de que por lado y lado ambas naciones resisten, a su manera.
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Ucrania, por su parte, ha recibido el impacto de casi 5 mil misiles en un año de guerra, según informó ayer Oleksii Hromov, jefe Adjunto del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas del país. “En general, desde el comienzo de la agresión armada rusa a gran escala, las fuerzas de ocupación rusas han lanzado casi 5.000 misiles y casi 3.500 ataques aéreos en el territorio de Ucrania”, dijo.
La escalada ha sumado para el país más de 8 mil civiles fallecidos (487 de ellos niños), según recogió el más reciente informe de la ONU, y al menos 120 mil soldados ucranianos caídos en combate. Además, 13.287 personas han resultado heridas desde el inicio de la invasión. Cabe aclarar que estas cifras pudieran estar muy lejos de la realidad, como el organismo mismo lo ha advertido.
Aunque casi la mitad de estos fallecimientos se produjeron en marzo de 2022, los civiles siguen siendo víctimas de los ataques rusos desde entonces, y se cuentan por cientos cada mes (200 en enero).
Otro duro precio a pagar por Ucrania en 12 meses ha sido demográfico: unas 14 millones de personas, aproximadamente un tercio de su población antes de la guerra, dejaron sus hogares: seis millones como desplazados internos y ocho millones como refugiados en el resto de Europa.
Polonia fue desde el inicio de la guerra el gran lugar de asilo para este éxodo ucraniano, y se mantiene como tal, con 1,5 millones de refugiados.
Otros países vecinos a Ucrania como Rumanía, Moldavia o Eslovaquia también acogen importantes comunidades (de unos 100.000 cada uno), pero a lo largo de 2022 buena parte de los refugiados ucranianos se asentaron más al oeste: Alemania acoge 889.000, República Checa 489.000, e Italia, España y Reino Unido 160.000 cada uno.
Otra gran herida abierta en el conflicto es la de los crímenes de guerra contra civiles atribuidos al Ejército ruso, que se cifran en más de 71 mil, ya sea en forma de ejecuciones en zonas que llegó a ocupar, o con ataques indiscriminados a objetivos no militares, desde edificios residenciales a escuelas, hospitales y otras infraestructuras.
Unas prácticas que parecen copiadas de conflictos pasados lanzados por Moscú, pues se asemejan mucho a los que se cree cometió Rusia en las dos guerras de Chechenia (1994-2000), o incluso antes, durante la intervención de la Unión Soviética en Afganistán (1979-1989).
Las investigaciones de la ONU documentan por ahora al menos 441 asesinatos de civiles por parte del Ejército ruso en Ucrania (entre ellos 72 mujeres y 28 niños), tanto en lugares de detención improvisados como en los domicilios de las víctimas, frente a sus portales o en controles de seguridad sobre el terreno.
Un lugar, la calle Yablunska de Bucha, en las afueras de Kiev, se ha convertido en amargo símbolo de las atrocidades rusas: allí, en marzo de 2022, según los informes de Naciones Unidas se asesinó a al menos a 54 hombres, 16 mujeres y tres niños, aunque éstos son los crímenes documentados y podrían haberse perpetrado muchos más.
Paralelamente, otro informe de la Misión Independiente de la ONU ha descrito terribles crímenes cometidos por los invasores rusos que van desde violencia sexual contra niños y ancianos hasta torturas a detenidos con métodos que incluyeron palizas, descargas eléctricas y desnudez forzada.
Reportaje de www.elheraldo.co