La victoria de José Antonio Kast en las elecciones presidenciales de Chile (obteniendo el 57.4 % o 59% de los votos contra la izquierdista Jeannette Jara) ha marcado un hito histórico, posicionando al país más a la derecha de lo que ha estado desde el fin de la dictadura militar en 1990.

12/1/5/2025. Kast, abogado y exdiputado del Partido Republicano, no solo ha triunfado con un amplio margen, sino que se ha convertido en el primer presidente en reivindicar abiertamente el pinochetismo desde el retorno a la democracia,.
Su forma de gobierno se vislumbra como una ruptura frontal con el progresismo del mandato anterior, enfocándose en un plan de choque denominado internamente como «Recuperar Chile», estructurado en torno a tres pilares fundamentales: seguridad, migración y progreso económico,,.
La mano firme y la guerra contra la inseguridad
Kast, quien asumirá el poder el 11 de marzo, capitalizó el temor de los chilenos ante el aumento de la sensación de inseguridad y la migración irregular, impulsando una agenda de «ley y orden» comparada con la de líderes de la derecha global como Donald Trump en Estados Unidos o Giorgia Meloni en Italia,,,,.
El corazón de su política de seguridad es la Ley de Seguridad Integral y Control Fronterizo, diseñada para dar facultades plenas a las Fuerzas Armadas y Carabineros, especialmente en las Macrozona Sur y Macrozona Norte,. Esta ley busca establecer un perímetro de seguridad de 10 kilómetros desde los pasos fronterizos, donde se suspenderían temporalmente derechos constitucionales como la libertad de tránsito y la inviolabilidad del hogar para permitir «intervenciones urgentes».
En el frente migratorio, Kast impulsa el plan ‘Escudo Fronterizo’, prometiendo reducir los cruces ilegales en un 40% durante sus primeros tres meses. El plan es ambicioso y contempla la construcción de muros de seguridad fronterizos de cinco metros de altura, zanjas de tres metros de profundidad, cercos electrificados y torres de vigilancia con radares térmicos, al estilo de las estructuras usadas en Israel y Hungría.
La política migratoria entrante no admite excepciones:
- Expulsiones rápidas: Una fuerza de tarea conjunta tomará el control total de la frontera norte, con facultades para que los militares puedan detener, reconducir y expulsar a cualquier extranjero que cruce ilegalmente.
- Restricciones a irregulares: El plan amenaza con prohibir el arriendo de viviendas a inmigrantes sin estatus legal, vetar las remesas de estos migrantes, y privarlos del sistema de salud, educativo, habitacional y subsidiario,.
Además, busca declarar el narcotráfico transfronterizo como delito de seguridad nacional (equiparable a la traición a la patria), endurecer las penas por terrorismo y penalizar el ingreso irregular al país.
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Neoliberalismo y la austeridad del «base cero»
En el ámbito económico, la administración Kast planea instaurar un programa de corte neoliberal, que es visto por académicos como una herencia directa de la tradición pinochetista,. Su modelo se centra en recortes drásticos al gasto estatal y la promoción de la inversión privada.
Entre las medidas inmediatas para «encoger el Estado» se encuentran:
- Recorte fiscal: Un objetivo de recortar el gasto público en 6.000 millones de dólares en 18 meses,.
- Modernización estatal: Impulsará una Ley de Modernización del Estado para fusionar o eliminar ministerios, considerando la figura de «biministros o triministros»,.
- Presupuesto cero: Se implementará un «Presupuesto Base Cero,» obligando a cada servicio público a justificar el 100% de su gasto anualmente, sin asumir que la asignación previa se mantendrá.
- Incentivo a la inversión: Se reducirá progresivamente el impuesto de primera categoría del 27% al 23%, con el fin de «reactivar la inversión privada».
- Alivio habitacional: Se buscará la eliminación gradual de la contribución por la primera vivienda, comenzando por los adultos mayores de 65 años.
Kast enfrenta el desafío de implementar estos cambios con un Congreso conservador pero fragmentado, sin una mayoría absoluta, lo que lo obligará a buscar «grandes acuerdos nacionales» y gestionar la resistencia parlamentaria que inevitablemente erosionará su gobernabilidad,,. A pesar de los desafíos, el mandato de Kast se percibe como una señal clara de que la sociedad chilena no quiere continuidad, sino un «cambio real».
Redacción Tony Romero para DHH sobre lectura de agencias.
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