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En democracia

Una América Latina convulsa y sus retos para el 2023

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Cortesia de alnavio.com

Reportaje esdpecial de Ainara rodriguez en eldiarioalerta.com

Latinoamérica vive tiempos convulsos. Terminó el 2022 con un autogolpe de Estado en Perú, con un proceso de transición y de cambio de presidente en Brasil; con un Chile intentando deslastrarse de la herencia de Pinochet; con una Argentina golpeada por la inflación y con su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner investigada y condenada a seis años de cárcel por corrupción; con una Venezuela que sigue sin levantar cabeza en la crisis política y económica que vive y con una Colombia que estrenó un nuevo Gobierno el año pasado.

El mapa de Latinoamérica nuevamente se está tiñendo de rojo, con gobiernos que se identifican con la izquierda; una muy alejada de lo que se concibe en Europa como izquierda, aunque con ciertas similitudes.

Las comparaciones son odiosas y, generalmente, dejan demasiadas condiciones o características por fuera. Hablar de la izquierda Latinoamericana y la europea son temas distintos porque, aunque buscan la igualdad, el ayudar a quien más lo necesita y ver a los desfavorecidos, cada uno se adapta a las circunstancias y a la sociedad en la que vive. Esto es como comparar a la izquierda europea con la norteamericana de Joe Biden y de Barack Obama.   

La desigualdad es uno de los mayores problemas en países como Brasil, Venezuela, Chile y Argentina, donde el rico cada vez es más rico y el pobre más pobre, abriendo una brecha que difícilmente se ha podido minimizar. Y quienes ascienden al poder, generalmente, lo hace con promesas de trabajar para cerrar esa zanja, aunque con el paso de los años se queda en papel mojado. Los problemas de Latinoamérica no son comparables con los europeos. Allí está todo por hacer mientras que en Europa, el trabajo se basa en mejorar y consolidar lo conseguido, pero también abriendo camino para lograr más derechos.   

La sombra del chavismo en la izquierda. El retroceso de Venezuela desde que arrancó el siglo XXI con la llegada del chavismo ha provocado que políticos de la región basen sus campañas políticas en ese cambio. En Colombia, por ejemplo, durante la campaña del contrincante de Gustavo Petro, Rodolfo Hernández, se manejó el mensaje de «No queremos ser como Venezuela», rechazando el Gobierno de izquierdas que proponía Petro.

Además, en Brasil, el expresidente Jair Bolsonaro, en sus discursos hacía alusión a que si Luis Inácio Lula da Silva llegara al poder, el gigante sudamericano se parecería más a Venezuela, llevándolos a un retroceso. La diferencia está en que Lula conoce bien el modelo venezolano, pues fue amigo de Hugo Chávez, pero también su país porque fue presidente durante dos mandatos previos.

Un caso de corrupción, en el que fue condenado y después absuelto lo alejó de la política, pero ahora vuelve y tiene por delante el reto de unir a un Brasil dividido y polarizado.

A una semana de asumir la presidencia, Lula tuvo su primer desafío. La toma del Congreso por parte de bolsonaristas que no aceptan la victoria del izquierdista. Superado ese escollo, y aún en el poder, durante su mandato tendrá que vérselas con un Congreso con mayoría opositora y donde un tercio de los 214 millones de habitantes están bajo el umbral de la pobreza.  En Latinoamérica nadie quiere parecerse a Venezuela. Los países de la región han vivido muy de cerca la migración venezolana y no quieren que se repita la historia en sus naciones. La sombra del chavismo ha marcado a toda la izquierda Latinoamericana.

El peligro de los discursos en sociedades polarizadas. A más de dos semanas de que Lula asumiera el poder, y tras meses de haber ganado la segunda vuelta electoral, Jair Bolsonaro, no ha reconocido públicamente su derrota. Aceptó el proceso de transición, ha seguido cargando contra la izquierda de Lula, prometió una oposición fuerte, pero no ha dicho que Lula ha sido el ganador de los comicios.  Ese discurso, alentado por una álgida campaña, y por los dimes y diretes entre Lula y Bolsonaro, han llevado a Brasil a una situación de crisis que acabó con la toma de los tres poderes por grupos radicales hace una semana; en un hecho con ciertas similitudes a lo ocurrido en Estados Unidos con la toma del Capitolio, hace dos años, por seguidores del expresidente Donald Trump.

Las descalificaciones, insultos y acusaciones políticas son un arma que hacen daño en una sociedad polarizada y puede abrir brechas que difícilmente se podrán cerrar.

En Brasil, el Supremo ha autorizado investigar a Bolsonaro por los hechos en el Congreso el pasado 8 de enero y han arrestado a un exministro bolsonarista por el mismo caso, lo que muchos pueden percibir como una cacería de brujas, mientras que otros como un hecho de justicia para que no se repitan ese tipo de ataques.

La sombra del chavismo ha marcado a la izquierda de toda Latinoamérica

Un cambio de Gobierno en 24 horas. La decisión del expresidente de Perú, Pedro Castillo, de intentar disolver el Congreso a solo horas de que se hiciera una votación para cesarle, provocó una crisis de tal magnitud, que Castillo terminó detenido y su vicepresidenta, Dina Boluarte, asumiendo el poder. La democracia peruana es más débil de lo que parece, ya que en los últimos dos años el Congreso ha destituido a su cuarto presidente, sin permitir que ninguno culmine su mandato.   

Ahora, Boluarte ha enfrentado importantes manifestaciones en su contra que han provocado la muerte de 42 personas, está siendo investigada por genocidio y, sin embargo, se niega a renunciar y aboga por llamar a la calma a la población mientras se discute un adelanto electoral, que estaba fijado para el 2024.

La situación política en Perú sigue una ruta de inestabilidad, con miles de personas en las calles pidiendo elecciones, con cambios constantes en el Gabinete de Boluarte por dimisiones de los titulares ante la situación que vive el país y con un panorama que parece incierto.

El Latinoamérica el tiempo y la resistencia juegan un papel fundamental en los pulsos políticos, pero también con la sociedad y sus reivindicaciones.

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La inflación golpea con fuerza al continente. Aunado a los problemas políticos y sociales, la elevada tasa de inflación en Latinoamérica juega como un polvorín más, haciendo que el costo de la vida sea cada vez más alto para el ciudadano de a pie y golpee sus finanzas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que este año en Latinoamérica y el Caribe los precios subirán este año un 11,4 por ciento de media, y en el 2027, según su proyección, se espera que baje de las dos cifras y se sitúe en el 5,7 por ciento. No obstante, el organismo no incluye en sus estimaciones la inflación de Venezuela, una de las más volátiles de la región y que en diciembre de 2022 registró un 37,2 por ciento pulverizando los salarios, y en 2022 cerró con una tasa interanual de 307,5 por ciento, según datos del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), un organismo independiente de información económica.

Brasil enfrenta una crisis política a dos semanas de que Lula asumiera el poder

Un año crucial para Chile. El 2023 será un año crucial para que Chile pueda culminar el proceso de cambio político y social que surgió de la protesta que estalló en las calles en octubre de 2019.

El inesperado y rotundo rechazo de los ciudadanos en septiembre pasado al proyecto constitucional elaborado ad hoc por la Convención ha dado paso a un proceso consensuado para que el Parlamento y un comité de expertos elaboren conjuntamente un nuevo proyecto de Carta Magna que será sometido a votación a comienzos de 2024 en un referéndum con voto obligatorio.

Chile quiere dejar atrás la herencia de Pinochet, con una nueva Constitución

Así, Chile quiere dejar atrás la herencia dejada por Augusto Pinochet.

La inestabilidad política en la región es más que evidente y analistas prevén que continúe este año. En la agenda electoral de América Latina para 2023 se incluyen tres comicios presidenciales, en Argentina, Paraguay y Guatemala, así como dos referendos constitucionales, en Chile y Ecuador.

Con ello, la estabilidad política de una región se pondrá a prueba con sociedades que presionan reivindicando salud, educación, seguridad y pensiones, así como la lucha contra la violencia machista, los derechos sexuales y reproductivos y el cuidado del medioambiente.

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