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Suramerica

Lula: un año para recuperar el escenario mundial y con incertidumbre económica

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El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, cumplió este lunes 1.° de enero un año al frente de la presidencia de Brasil con algunos logros en la cartera, en especial la reducción de la deforestación en la Amazonía y el regreso del país al escenario internacional, pero también con polémicas y numerosos desafíos, especialmente ante la incertidumbre económica reinante.

01/02/2023. Electo por menos de dos puntos sobre su predecesor de derecha Jair Bolsonaro (2019-2022), Lula tuvo un convulso inicio de un tercer mandato, luego de conducir el rumbo del gigante sudamericano entre 2003 y 2010, apoyado en su alta popularidad.

Una semana después de su investidura, miles de seguidores de Bolsonaro invadieron las sedes de los poderes públicos, el 8 de enero en Brasilia, inconformes con la victoria del izquierdista.

El asalto es considerado “el más brutal atentado contra la democracia” desde el golpe militar de 1964 por la Justicia, que imputó a unas 2.000 personas y ya ha condenado a una veintena a penas de hasta 17 años de cárcel.

Tras el intento golpista, Lula se enfocó en encaminar de nuevo la economía brasileña, en el regreso del país a los foros globales y, sobre todo, en intentar pacificar la democracia y el clima político interno.

Luego de la asonada, de hecho, muchos partidos conservadores se alinearon en la defensa de la democracia y algunos pasaron a integrar el Gobierno de Lula, que les abrió espacios en su amplia y pragmática coalición.

Un año después, según una encuesta divulgada por el instituto Datafolha, Lula, de 78 años, tiene el apoyo de 38 por ciento de los brasileños. La cifra es menor a la registrada al cabo de un año en su primer mandato (42 por ciento), pero supera al apoyo obtenido por Bolsonaro en igual lapso, en diciembre de 2019 (30 por ciento).

Puedes leer: Chile: septima mejor economía del mundo – Dehablahispana

Pero, el balance de su gestión está lleno de contrastes. Según estima André Rosa, politólogo de la Universidad de Brasilia, “Lula debe enfrentar más desafíos en este mandato. No tuvo luna de miel en los primeros seis meses y encara un Congreso hostil”, con composición mayoritariamente derechista.

En el lado positivo, el Gobierno consiguió reducir la devastación de la Amazonía, la mayor selva tropical del mundo, en cerca de un 51,5 por ciento en 2023 en comparación con 2022.

Según datos oficiales, el área devastada en la Amazonía cayó desde el récord de 10.277 kilómetros cuadrados entre enero y noviembre de 2022, último año de Gobierno del derechista Jair Bolsonaro, hasta 4.980 kilómetros cuadrados desde que Lula asumió su nuevo mandato el 1.° de enero de 2023.

Para Suely Araujo, del Observatorio del Clima -un colectivo de ONG brasileñas-, eso se debió a la “intensificación de la fiscalización del Ibama”, un ente público que había sufrido recortes de presupuesto y personal bajo el gobierno Bolsonaro.

Lula, que prometió acabar con la deforestación para 2030, homologó además ocho nuevas reservas indígenas, consideradas por científicos como baluartes contra el calentamiento global.

Pero si bien la situación mejoró en la mayor selva tropical del planeta, se agravó en el Cerrado, una extensa sabana rica en biodiversidad ubicada al sur de la Amazonía. A lo que se suma el hecho de que el gobierno de Lula no desistió de proyectos de exploración petrolera y gasífera, a la vez que anunció su intención de integrar la OPEP+, en plena cita climática de la COP28.

“Ser líder en temas climáticos e integrar la OPEP+ son funciones incompatibles”, subraya Araujo.

La marcha de la economía también le sonrió a Lula: el PIB tuvo un desempeño mejor al esperado en los tres primeros trimestres y se espera un crecimiento de 3 por ciento en 2023.

El desempleo es el más bajo desde 2015 -cayó a 7,5 por ciento en el trimestre septiembre/noviembre-, la inflación parece controlada por debajo del 5 por ciento y el Banco Central rebajó cuatro veces consecutivas la tasa de interés de referencia, tras meses de críticas contra Lula por mantenerla en 13,75 por ciento.

Pero con expectativas de desaceleración de la actividad en 2024, los economistas estiman que el gobierno podría tener problemas para equilibrar las cuentas públicas. Este año, el Gobierno espera un crecimiento del 2,5 por ciento, aunque el mercado y los organismos internacionales apuntan a un 1,5 por ciento.

En el plano internacional, por su parte, el gran objetivo de Lula en el 2023 fue recuperar la presencia del país en el mundo y poner fin a la fuerte ideología que Bolsonaro le imprimió a su diplomacia.

Algunas de sus primeras decisiones fueron reintegrar a Brasil a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), y restablecer las relaciones con Venezuela, congeladas por Bolsonaro.

Pero la agenda externa fue más allá y abarcó el mundo. Lula visitó un total de 24 países, en 15 viajes que le tuvieron casi 70 días fuera de Brasil y le llevaron a África, América, Asia y Europa. Entre sus visitas más destacadas están las que realizó a Estados Unidos y China o su participación en la cumbre de los Brics en Sudáfrica y del G7 en Japón.

“Viajé demasiado, pero tenía que hacerlo para recuperar la imagen del país”, declaró la semana pasada.

El politólogo de la Universidad de Brasilia señala que Lula “se destacó en la mejora de las relaciones diplomáticas, que estaban deterioradas por la pandemia y su predecesor”. Pero sus declaraciones sobre asuntos sensibles provocaron controversias.

Dijo, por ejemplo, que Rusia y Ucrania comparten responsabilidad por la guerra en curso tras la invasión lanzada por Moscú en 2022, afirmó que el trato de Israel hacia niños y mujeres en Gaza en su respuesta a los ataques de Hamas era “igual al terrorismo” y salió en defensa del presidente socialista Nicolás Maduro, al calificar las denuncias de autoritarismo en Venezuela como una “narrativa” de los detractores.
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También le han quedado otros asuntos en el tintero. Uno, la conclusión del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), que está pendiente pese a que le apostó fuerte durante el segundo semestre, cuando Brasil ejerció la presidencia del bloque suramericano.

El otro, trabajar la relación con el nuevo presidente argentino, Javier Milei, un derechista cercano a Bolsonaro y a cuya investidura Lula optó por no asistir, pese a la importancia del vecino país para Brasil.

Con información de eltiempo.com

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