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Centroamerica

Nicaragua: Dictadura humilló a los empleados públicos en celebración nacional

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Los trabajadores del Estado de Nicaragua fueron sometidos a controles degradantes como nunca antes, contaron tres de los asistentes

08/05/2024. Mientras la pareja presidencial trataba de seducir con bailes nacionales de grupos de danza folklórica a sus 700 invitados de bajo perfil que acudieron a su celebración del 19 de julio, los trabajadores del Estado fueron sometidos a controles degradantes como nunca antes en la historia del Frente Sandinista, no solo para garantizar su participación en el acto, sino también para salvaguardar la seguridad de Daniel Ortega y Rosario Murillo, como si fueran enemigos. 

Lo que para muchos fue una tortura comenzó días antes, cuando a miles de empleados públicos los fulminaron con una orden de asistir a los festejos, sin ninguna oportunidad para negarse. También les informaron que vehículos de su institución pasarían recogiéndolos por su domicilio. Toribio –nombre ficticio para proteger su identidad– temblaba de impotencia y arrechura, al empezar a revelar estos hechos. 

A las cinco de la mañana del viernes 19 de julio comenzó a operar una maquinaria estatal de movilización, organizada al detalle por un reducido comité nombrado para planificar la conmemoración un año más del triunfo popular sobre la dictadura de Somoza en 1979, encabezado por el Frente Sandinista. 

Un joven trabajador estatal contó que una gran cantidad de vehículos, sobre todo camionetas, comenzaron a desplegarse escalonadamente por los barrios y repartos de Managua, a la hora señalada para cada dependencia estatal. Los trabajadores del Estado fueron llevados al Estadio Nacional (antes Dennis Martínez) de acuerdo a un orden que establecieron los planificadores del régimen. 

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Les prohibieron todo, menos la cédula 

Uno de los momentos de mayor impacto en los empleados públicos fue cuando les ordenaron dejar en el vehículo que los llevó al estadio todo lo que cargaran. Les prohibieron terminantemente que llevaran mochilas, bolsos, teléfonos, y cualquier otro objeto, excepto su cédula de identidad, contó otra trabajadora estatal.

La mujer, casada con un auditor, afirmó que esta orden había sido dada con anterioridad, pero la olvidaron una buena cantidad de trabajadores y funcionarios, lo que causó agrias reacciones entre comisarios políticos del FSLN, desde drásticas miradas, hasta tajantes frases teñidas de alguna vulgaridad. 

Tras bajar de las camionetas, los empleados de cada institución avanzaban en fila india y respondían “Presente” al escuchar su nombre leído por un comisario político en una lista por ministerio o ente estatal. Al inicio, algunos coreaban consignas, pero luego, cuando empezaron a pedirles su cédula, y esta era escaneada, comenzó a hacerse cierto silencio.  

Cámaras de vigilancia registraban a cada uno de ellos, que después pasaron por un detector de metales. ¿Por qué nos tratan de esta forma a los militantes del Frente?, se preguntó uno de los empleados públicos que habló con LA PRENSA. Añadió que no hubo comentarios en voz alta por temor a recibir alguna reprimenda, pero se daban algunos cuchicheos. 

Les repartieron camisetas y los enviaron en buses a la plaza 

Después les repartieron camisetas con palabras e imágenes alusivas a la celebración, y escucharon el mandato de que se las pusieran de inmediato, y la advertencia de que una vez en la plaza, no podrían salir de ella, hasta que les fuera indicado. Luego subieron a los nuevos buses blancos chinos alineados en el verde engramado del terreno de juego del estadio, que los llevarían al acto en la plaza para formar parte de la coreografía diseñada en forma de un enorme corazón humano. 

Este procedimiento no se dio al unísono para todos los convidados a los festejos, sino institución por institución, pues la llegada al estadio fue cronometrada de manera que en el mismo momento solo hubieran empleados de una o dos ministerios, por lo que el proceso fue lento y molesto, según otro empleado público, quien no oculta que había trabajadores que cantaban, bailaban, y coreaban “¡viva Daniel!, ¡viva Rosario!”.

En la plaza había varias personas con mapas del corazón que estaban formando con los empleados públicos que iban llegando. Ya estaban señalizados los lugares que ocuparía cada ente del Estado. También los buses chinos fueron parte de la coreografía, pues los alinearon en varias filas como una prolongación de la misma. 

Un señor se orinó en los pantalones porque no le permitían salir 

Toribio, quien debería estar jubilado, pero sigue trabajando en la Corte Suprema de Justicia (CSJ), contó a este medio que cuando Ortega hablaba de desaparecer del mapa a los Estados Unidos de Norteamérica, él sintió unas intensas e indeteibles ganas de orinar, pues padece de incontinencia. 

Dada la insistencia de don Toribio, uno de los comisarios de la CSJ aprobó que saliera de la plaza, sin embargo, fue detenido en el primero de tres anillos de seguridad de personal uniformado y de civil, que resguardaban el enorme corazón. Media hora después, cuando el hombre había comenzado a orinarse en los pantalones, una voz de un uniformado anunció que podía salir. Una cuadra después, él comenzó a llorar. Nunca se había sentido tan avergonzado como este 19 de julio.

Los menos fanáticos de la militancia del Frente en el Estado aguantaron estoicamente las tres intensas lluvias que cayeron sobre ellos esa tarde, pero el trato recibido por su propio partido era algo intolerable. 

DHH sobre información de laprensani.com

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