El clamor de la ciudadanía nicaragüense siempre ha sido por la libertad
En Nicaragua, estos vicios se han manifestado de manera aguda, por ejemplo, con la confiscación de medios de comunicación como 100% Noticias y La Prensa; propiedades de empresarios y ciudadanos; colegios y universidades privadas o ligadas con la Iglesia Católica y ONGs, limitando la capacidad de los ciudadanos para emprender, innovar y crear riqueza.
06/08/2024. Artículo de Enrique Martínez, director de Avanza, Movimiento político nicaragüense 🇳🇮 de naturaleza republicana y de filosofía liberal conformado por jóvenes Libertad.
En Nicaragua, la lucha por la libertad ha sido una constante histórica, un clamor que resuena en cada rincón del país y que refleja la aspiración fundamental de sus ciudadanos.
Este anhelo se enfrenta a la realidad de un sistema político que, bajo la bandera del Sandinismo, ha derivado en un régimen autoritario que reprime, silencia, manipula la historia y controla la narrativa política por medio del adoctrinamiento como estrategia de control social, al igual que cualquier tendencia derivada del comunismo.
Las ideas liberales en Nicaragua son, en esencia, una contienda contra un modelo socialista que, aunque se presentó como una promesa de justicia y equidad, ha resultado en opresión y desigualdad, uso desproporcionado de los recursos por los socialistas con iPhone y robo descarado. Desde los años 80 hasta el presente, han creado una élite política y económica ligada al FSLN y otras tendencias derivadas que solo procuran someter las libertades y el progreso del pueblo nicaragüense.
El socialismo del siglo XXI (Sandinismo, caso Nicaragua), tal como se ha implementado en varias naciones, es un modelo inviable, inhumano y sinónimo de miseria, sustentando estas aseveraciones en su legado histórico. La concentración del poder en manos del Estado, la restricción de libertades individuales y la expropiación de la propiedad privada son características inherentes a este modelo.
En Nicaragua, estos vicios se han manifestado de manera aguda, por ejemplo, con la confiscación de medios de comunicación como 100% Noticias y La Prensa; propiedades de empresarios y ciudadanos; colegios y universidades privadas o ligadas con la Iglesia Católica y ONGs, limitando la capacidad de los ciudadanos para emprender, innovar y crear riqueza.
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La realidad actual nos muestra cómo el socialismo ha llevado a la pobreza, la escasez y la opresión en países como Venezuela, Cuba, Corea del Norte y nuestro caso Nicaragua, entre otros. La falta de incentivos para el trabajo y la inversión, producto de una crisis política donde los únicos culpables son los dictadores y sus cómplices en su afán de perpetuarse en el poder, combinada con la corrupción y la mala gestión y deterioro institucional, ha condenado a estas naciones al subdesarrollo.
Por otro lado, la libertad económica ha demostrado ser el motor del progreso y la prosperidad. Ejemplos de ello son países como Estados Unidos, Suiza y Singapur, donde las economías de libre mercado han alcanzado altos niveles de desarrollo y bienestar para sus ciudadanos, siendo modelos de análisis para una América Latina que cae en las manos de las promesas vacías y populistas de la izquierda radical, que solo propone corrupción, crimen organizado, narcotráfico, inseguridad ciudadana y migración parasitaria a países que evidencian bienestar económico producto de políticas de libre mercado.
Entendiendo esto, debemos resaltar que el socialismo del siglo XXI no es la solución a los problemas sociales; es una amenaza a la libertad y al progreso. La defensa de la libertad individual, la propiedad privada y la economía de libre mercado es fundamental para construir sociedades más justas y prósperas. En Nicaragua, este entendimiento es crucial para revertir el curso actual y crear un futuro donde la libertad sea la piedra angular en pro de los derechos individuales de los nicaragüenses.
En Nicaragua, el sueño de recuperar la libertad se ha convertido en un imperativo moral. La opresión y la violación sistemática de los derechos humanos exigen una respuesta firme y unificada de aquellos que desde diferentes puntos promovemos la libertad como pilar básico de la democracia. La libertad de expresión, de prensa, de reunión, religiosa y de asociación son esenciales para una sociedad justa y democrática. Sin ellas, no puede haber un verdadero Estado de Derecho ni un desarrollo sostenible. La represión y la censura del Sandinismo solo engendran miedo, resentimiento, violencia y ruptura del tejido social.
El anhelo de libertad en Nicaragua no es solo una cuestión política, sino también una cuestión de dignidad humana. Es el derecho a vivir sin miedo, a expresar opiniones sin temor a represalias, a elegir líderes libremente y a participar en la pluralidad política y sectores con una mirada de un futuro donde el debate sea para sacar adelante al pueblo y no para el enriquecimiento de supuestos revolucionarios y traidores de la libertad. Solo en un ambiente de libertad pueden florecer la igualdad de oportunidades, el respeto a la diversidad y la participación ciudadana.
Algunos jóvenes estamos claros de que la ciudadanía nicaragüense salió a las calles con un grito simbólico: “¡Sandinismo nunca más!” Tampoco quieren un modelo similar con tintes disfrazados. Desde la multitud de ideas, las nuevas generaciones por libertad de políticos presentes y futuros deben valorar que el liberalismo no es sinónimo de PLC o agregados. Nuestro principal reto es enseñarle a la ciudadanía los planteamientos y virtudes de vivir en libertad.
Es hora de alzar la voz, de exigir el respeto a los derechos humanos y de encaminar a Nicaragua a un futuro donde la libertad sea el motor del cambio, la esperanza de un pueblo que anhela vivir en paz, justicia y democracia.
Articulo de Enrique Martínez, director de Avanza