El Papa afirmó en una entrevista que la visita está pendiente desde 2017, aunque las sucesivas postergaciones se hayan atribuido a razones que no fueron las verdaderas.

En 2017, tenía previsto visitar Chile, Argentina y Uruguay, pero la entonces presidenta chilena, Michelle Bachelet, le pidió que postergara el viaje hasta después de las elecciones presidenciales de ese año.

La fecha se fijó para diciembre de ese año y solo podía ir a Argentina en enero, un mes generalmente paralizado por el verano austral. El papa Bergoglio decidió entonces postergar las giras por Argentina y Uruguay y visitar solo Chile y Perú.

Por eso, ahora señala que el reencuentro con su país natal está aplazado desde 2017, aunque nunca fue cancelado definitivamente, como se especuló en varias oportunidades.

En 2024, no habrá elecciones en Argentina y, de esa manera, evitará cualquier connotación política o partidaria a su visita. El Papa detesta que lo relacionen con corrientes políticas argentinas, estén en el Gobierno o en la oposición.

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En los tres reportajes que dio recientemente a medios argentinos con motivo de su décimo año de pontificado, el Papa explicó claramente que no tiene preferencias políticas en la Argentina. Por lo tanto, su visita a Argentina no estará influenciada por el nuevo gobierno elegido en las elecciones presidenciales de este año.

Por el momento, el Papa se prepara para designar al reemplazante del arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Mario Poli, quien renunció a su cargo en noviembre pasado, cuando cumplió los 75 años reglamentarios. El Papa afirmó que hay tres candidatos fuertes para el puesto, pero no quiso dar el nombre de ninguno, ya que la decisión no es solo personal sino que también debe tener en cuenta la opinión de las instituciones vaticanas y de los cardenales que están a cargo de esas instituciones.

El papa Francisco también hizo una cerrada defensa de Juan Pablo II después de que Pietro Orlandi deslizara acusaciones en contra del pontífice polaco por el secuestro de su hermana, Emanuela Orlandi, quien desapareció en 1983, cuando era una adolescente de 15 años.

Los Orlandi son hijos de un exfuncionario del Vaticano y vivían en la ciudad de los Papas, aunque a Emanuela la secuestraron cerca de Piazza Navona, en el centro histórico de Roma. El Papa afirmó que «Juan Pablo II fue un santo en vida y lo es ahora formalmente después de muerto. Nadie puede dudar honestamente de la decencia del papa Wojtyla».

En cuanto a sus antecesores, el Papa dijo que aún extraña a Benedicto XVI, su inmediato predecesor, quien murió el 31 de diciembre del año pasado. Los dos papas convivieron en el Vaticano durante casi diez años. «Siempre tuve de parte de él solo buenos consejos y una ayuda permanente”, afirmó el Papa.

Redacción DHH sobre información de excelsior.com.mx

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