Este es un artículo de opinión del periodista y politólogo Claudio Fantini sobre sudamérica, que debido a lo actual y profundo, lo reproducimos por la importancia periodística. Es analista político en revistas, diarios, radios y televisión de Argentina y Uruguay.

01/02/2023. El mismo tribunal constitucional que en el 2017 dijo que la reelección “es un derecho humano”, habilitando a Evo Morales a buscar un tercer mandato, ahora se desdijo en una sentencia de 82 páginas que lo inhabilita para una nueva candidatura presidencial.

El líder izquierdista ya hizo su propia interpretación del fallo y está dispuesto a desafiarlo encabezando la lista del MAS, partido del que hizo expulsar al actual presidente, Luis Arce.

Si no puede gobernar detrás del trono, o porque Arce, su ex aliado y actual enemigo, es reelecto, o bien porque la centroderecha y la derecha se unen y triunfan en el 2025, es posible que Evo Morales intente impulsar un proyecto separatista para que el Chapare, su feudo y el corazón de la producción cocalera, pueda quedar exclusivamente bajo su liderazgo.

Bolivia estará en el centro de la atención regional por la división de la izquierda que está provocando el enfrentamiento entre Morales y Arce.

También Argentina será un país observado. El éxito o fracaso de las radicales reformas que impulsa el primer presidente libertario del mundo, tendrán gran influencia en la región y más allá.

Si Javier Milei logra imponer las reformas que transformarán la economía y la sociedad, y si los resultados son positivos, su modelo se irradiará en Latinoamérica y generará tendencia en otras partes del mundo. Por el contrario, si el fuerte impacto negativo que su durísimo ajuste tendrá en el corto plazo sobre las clases media y media baja, provoca olas de protestas, predispone una mayoría social en contra y el gobierno pierde el apoyo que el centro y la centroderecha están dispuestos a darle si se modera y respeta la Constitución, entonces el efecto será el contrario y hasta podría resucitar al kirchnerismo y hacerlo emerger entre los escombros que dejó el pésimo gobierno de Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa.

El 2024 año nace con otros interrogantes en Sudamérica. ¿Podrá Gabriel Boric revertir su debilidad política? ¿Podrá el joven y flamante presidente ecuatoriano convertirse en opción electoral centrista en el brevísimo mandato que conquistó en las urnas tras la caída de Guillermo Lasso? ¿Permitirá el régimen chavista las elecciones libres y sin proscripciones acordadas en las negociaciones en Barbados?

En Chile, Boric ha intentado un giro moderado hacia reformas progresistas, pero el fallido proceso constituyente y las trabas que encontró en el Congreso lo debilitaron en tiempo récord.

Los chilenos habían votado masivamente a favor de cambiar la Constitución que impuso el régimen de Pinochet 1980, por una de la democracia. Pero la izquierda se quedó con la mayoría en el primer Consejo Constituyente, elaborando sin consensuar con los representantes de la centroderecha y de la derecha extrema un proyecto constitucional izquierdista. El posterior referéndum para aprobarlo o rechazarlo, lo rechazó de manera abrumadora.

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Lo mismo ocurrió en el sentido inverso con el segundo intento. La derecha extrema quedó en mayoría en la asamblea constituyente y elaboro, sin consensuar con la centroizquierda y la izquierda, una constitución aún más ultraconservadora que la que está vigente desde 1981.

El referéndum posterior también la rechazó por amplísima mayoría.

Habría sido peor si quedaba una constitución nueva, pero más autoritaria que la del régimen militar. No obstante, aunque el presidente había reclamado a la mayoría izquierdista del primer Consejo Constituyente que consensuara con la derecha para que la carta magna representara a todo Chile y no sólo a una facción, el fracaso de ese primer intento constituyente lo debilitó. Y la pregunta con que termina el 2023 es si podrá recrear su gobierno o si continuará debilitándose en el resto del mandato.

El gran interrogante en Ecuador es si su nueva estrella política, Daniel Noboa, podrá aprovechar la brevísima presidencia que obtuvo en las urnas para completar el mandato de Guillermo Lasso, y posicionarse fuertemente para ganar la elección siguiente, o si su paso por el poder se reducirá al año y medio que ganó en las urnas ecuatorianas.

La inteligencia que ha mostrado desde el debate entre candidatos que le abrió la puerta al ballotage con la candidata del correísmo, Luisa González, señala que podría lograrlo. Pero el inmediato distanciamiento de su vicepresidenta, Verónica Abad, genera algunas dudas. Es, en definitiva, una señal de continuidad de la patológica crisis política que vive Ecuador en todos los niveles.

El foco de atención en el 2024 estará sobre Venezuela, donde deben realizarse las elecciones que, según los acuerdos alcanzados en Barbados, tienen que ser transparentes y sin proscripciones. De momento, el régimen mantiene la inhabilitación de María Corina Machado, quien según todas las encuestas derrotaría a Nicolás Maduro.

El régimen sabe que las sanciones económicas volverán a aplicarse si no deja competir a Machado, por eso el interrogante que sopla sobre Venezuela es si el chavismo está dispuesto a dejar el poder si pierde la elección, en el caso de que la oposición acuerde (y posiblemente lo hará) acordar una amnistía para todos los crímenes y delitos que ha cometido.

El otro tema que pone a Venezuela en el centro de atención es la cuestión Esequibo. El diferendo se convirtió en la carta de Maduro para revertir su impopularidad y la de su calamitoso régimen. Y es difícil descartar que, en última instancia, genere un conflicto con la vecina Guyana, confirmando lo que señaló en el siglo 18 el literato inglés Samuel Johnson: “el patriotismo es el último refugio del canalla”.

Con información de elpais.com.uy