El mar Caribe se ha convertido en el epicentro de una nueva escalada de tensión entre Venezuela y Estados Unidos. El ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, denunció este jueves lo que calificó como una «provocación y una gran amenaza contra la seguridad de la nación»: la presencia de al menos cinco aviones de combate estadounidenses, identificados como F-35, sobrevolando cerca del espacio aéreo venezolano.

10/02/2025. «Nunca habíamos visto este despliegue de aviones», afirmó Padrino López en una comparecencia televisada, asegurando que el sistema de defensa aérea venezolano detectó «más de cinco vectores» volando a 35.000 pies de altura y a una velocidad de 400 nudos. La información, según el ministro, fue corroborada por una aerolínea internacional que reportó el avistamiento a la torre de control del aeropuerto de Maiquetía, el principal del país. «Es una grosería, es una provocación (…) quiero que sepan que eso no nos intimida», sentenció el alto funcionario, quien es uno de los hombres de mayor confianza del presidente Nicolás Maduro.
En respuesta a estas maniobras, el gobierno venezolano anunció que presentará una denuncia formal ante el secretario general de la ONU, el Consejo de Seguridad y la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), argumentando que la «incursión ilegal» de las aeronaves puso en «serio riesgo la seguridad operacional de la aviación civil y comercial» en la región.
Una «guerra» declarada y un clima de paranoia
Este incidente no es un hecho aislado. Se enmarca en la creciente cruzada antidrogas que la administración de Donald Trump ha iniciado en el Caribe, poniendo directamente en su punto de mira al gobierno de Maduro. A finales de agosto, el Departamento de Justicia de EE. UU. emitió una orden de captura contra el mandatario venezolano, acusándolo de liderar el «Cartel de los Soles», una organización que Washington considera terrorista y ligada al narcotráfico.
La tensión ha alcanzado cotas sin precedentes, especialmente después de que fuerzas estadounidenses hundieran tres lanchas en el Caribe en las últimas semanas, presuntamente cargadas con estupefacientes, ataques que dejaron varias víctimas mortales y que el propio Trump anunció en sus redes sociales. Al menos dos de estas embarcaciones provenían de Venezuela.
Para justificar estas acciones, un memorándum de la Casa Blanca filtrado a la prensa ha revelado que Trump considera que su país está en un «conflicto armado» formal contra los cárteles y califica a sus miembros como «combatientes ilegales». Este despliegue militar estadounidense en la región incluye al menos ocho buques de guerra, un submarino nuclear y más de 4.500 soldados, además de los avanzados cazas F-35B enviados a Puerto Rico.
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En Caracas, la preocupación es máxima. El entorno de Maduro está convencido de que una intervención militar estadounidense es inminente, lo que ha generado un «clima de terror» en la cúpula chavista, donde cualquier duda es interpretada como una traición. Ante lo que perciben como una agresión, Padrino López advirtió: «No cometan el error de agredir militarmente a Venezuela». El gobierno venezolano ha activado un decreto de «conmoción exterior» que amplía los poderes de Maduro para tomar el control militar de servicios estratégicos y ha comenzado a movilizar a sus bases, organizando jornadas de adiestramiento para los 4,5 millones de milicianos con los que asegura contar.
Redacción DHH sobre lectura de agencias
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