¿Qué es lo que podría pasar en Venezuela? Tenía razón Nietzsche: no hay hechos, solo interpretaciones

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La cobertura comunicacional de la crisis y la tensión en Venezuela se encuentra en una encrucijada crítica, marcada por la primacía de la emoción y el alcance sobre el ejercicio comunicacional.

11/12/2025. Este escenario refleja una tendencia global conocida como la posverdad, donde la capacidad de penetración de los influencers en las redes sociales a menudo sustituye el compromiso de la verificación y la objetividad, relegando principios fundamentales como el método científico y la ética periodística.

El dominio de la posverdad se instaló en el Caribe

La posverdad se define como un contexto en el que las emociones y las creencias personales prevalecen sobre los hechos objetivos y verificables. Este fenómeno se intensificó con el auge de las redes sociales, convirtiéndose en el «trampolín por excelencia» que perfila las conductas sociales.

En esta nueva dinámica, la forma ha sustituido al fondo, y la necesidad de mantener una retórica que coadyuve a una solución para el cambio de gobierno en Venezuela ha reemplazado cualquier referente preexistente en la forma tradicional de la comunicación. La reflexión filosófica, que se remonta a la célebre afirmación de Friedrich Nietzsche de que «no hay hechos, solo interpretaciones», sentó las bases para el concepto posmoderno que critica la posibilidad de una verdad objetiva directa.

En este ecosistema del drama del venezolano, el discurso de la esperanza transita significativamente más rápido que la verdad.

En el ámbito político y social, este entorno se presta a la manipulación. Los actores (incluyendo a los políticos) han desarrollado un ejercicio de aprovechamiento bilateral de las redes sociales, transformando valores. La construcción de una «narrativa» se convierte en la estructuración de una verdad acomodada en función de un interés específico.

El ecosistema comunicacional sobre el caso venezolano

El contexto venezolano, caracterizado por una crisis económica y restricciones en la libertad de prensa y censura mediática, ha obligado a muchas personas a buscar alternativas informativas en las redes sociales. Sin embargo, esta migración a lo digital ha propiciado la irrupción de figuras que usurpan o desconocen el rol periodístico.

Los influencers, que tienen gran facilidad para difundir información sin necesidad de regulaciones, a menudo adoptan funciones en el campo de las comunicaciones que no les corresponden, apropiándose de responsabilidades propias del periodismo sin tener necesariamente la formación, experiencia o ética requerida. Muchos influencers tienen la potestad de ser su propia fuente de información, sin acudir a expertos, ya que su palabra, por coincidir con lo que la persona quiere escuchar, es considerada «sagrada» por su comunidad.

Los estudios explican que ya las personas no buscan informarse sino corroborarse.

La declinación del método científico en la comunicación

La reflexión crucial aquí es cómo los comunicadores, especialmente en un entorno de posverdad, dejan de lado el método científico en su proceso informativo sobre los hechos que ocurren en relación a los movimientos de EE.UU.en el caribe.

El método científico es un enfoque sistemático para la búsqueda de la verdad que requiere pasos rigurosos como la observación, la formulación de una pregunta o hipótesis, la experimentación y el análisis de resultados. Este proceso está diseñado para asegurar la objetividad y la reproducibilidad, pilares fundamentales para validar el conocimiento.

Cuando la información sobre la crisis es impulsada por la lógica del influencer y la posverdad, se produce un cambio drástico:

1. De la observación al sesgo:  En lugar de la observación sistemática de lo que ocurre en ese país, la información se basa en la confirmación de creencias preexistentes.

2. De la hipótesis a la narrativa acomodada: Se sustituye la necesidad de una hipótesis comprobable por la «narrativa» que a veces sirve a posiciones políticas y no a comunicaciones.

3. De la verificación al alcance: El proceso de probar y comprobar la noticia se reemplaza por la simple capacidad de difusión y la inmediatez que ofrecen las redes. El valor no reside en la veracidad, sino en la viralidad.

4. Análisis objetivo o emoción:  El análisis de resultados, que busca objetividad, se diluye cuando se priorizan las emociones y los sentimientos sobre los hechos verificables.

El desafío es claro: mientras que el periodismo profesional es llamado a ser un «impulsor de confianza» y basarse en la calidad y el criterio, la realidad en las plataformas digitales favorece a quienes apelan a la emoción, haciendo que el mercado monetizable del influencer esté más remunerado y cotizado que el compromiso con la verdad del comunicador.

Algo práctico lo vemos en entrevistados recurrentes como el periodista Albert Castillón, el analista de seguridad y veterano de las Fuerzas Armadas de EE.UU. Luis Quiñonez y el experto en seguridad Ivan Simonovis quienes recurrentemente dan fechas sobre ataques o salidas de Maduro, y a pesar de no concretarse siguen siendo invitados porque repiten la retórica del discurso de esperanza.

Cuando el deber de informar cede ante la búsqueda del algoritmo

La búsqueda de la verdad a través del método científico —que implica pasos rigurosos de observación, formulación de hipótesis, experimentación, verificación y análisis objetivo— es lenta y sistemática. Esta lentitud choca frontalmente con la lógica algorítmica de las redes:

  1. El rigor vs. el alcance: Para un comunicador profesional, el rigor ético exige que su discurso sea «cuidado minuciosamente». Este cuidado reduce la cantidad de información que puede difundir, mientras que los influencers se benefician de un mayor flujo informativo y la falta de regulación.
  2. La posverdad como trampolín económico:  La posverdad se define por la primacía de las emociones y las creencias personales sobre los hechos verificables. El comunicador experimentado, al observar que la objetividad no genera viralidad por no coincidir muchas veces con el discurso de la gran mayoría que ve todos los días una caída del gobierno de Maduro, se enfrenta a la tentación de sustituir el método.
  3. Sustitución metodológica:  Para ganar «likes» y «views», el comunicador en transición a influencer se ve forzado a abortar el método científico, ya que este último no produce el impacto instantáneo requerido.

La recompensa monetaria: el factor determinante

El factor decisivo que impulsa a los comunicadores de credibilidad a convertirse en influencers es la evidente desigualdad económica entre el periodismo basado en la calidad y la influencia basada en la emoción.

La realidad de las plataformas digitales favorece a aquellos que apelan a la emoción. Por consiguiente, el mercado monetizable del influencer está más remunerado y cotizado que el compromiso con la verdad del comunicador. Los grandes dividendos económicos y la atención masiva, medidos en «views» y «likes», se convierten en el fin último, superando el ejercicio histórico de informar objetivamente.

Redacción Albitrio Fabrepe, Elena Calzadilla y Tony Romero.

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